martes, 21 de febrero de 2012

Invitación: Primer Informe de Labores de Regidores de Izúcar de Matamoros, Puebla


Como un ejercicio democrático de rendición de cuentas ante las y los ciudadanos, los regidores Antonio Guevara Palafox y María del Carmen Lezama Cordero, respectivamente de Juventud, Cultura y Deporte y de Equidad de Género del H. Ayuntamiento de Izúcar de Matamoros, Puebla (2011-2014), tienen el placer de invitarlo a la ceremonia del Primer Informe de Labores que se llevará a cabo en la explanada cívica del Parque Pavón (a un costado del Antiguo Palacio del Ayuntamiento) el día Viernes 24 de Febrero de 2012 a partir de las 16:30 horas. 

Asiste y conoce las actividades y logros realizados en beneficio de las y los jóvenes, la cultura, el deporte y las mujeres de nuestro municipio.


AMLO ¿DESCABELLADO?

AMLO ¿descabellado? - Raúl Rodríguez Cortés Es muy difícil escuchar sin desesperarse las entrevistas radiofónicas y/o televisivas de Andrés Manuel López Obrador, un poco por los seseos tropicales de su hablar, pero mucho, y casi siempre, porque sus interlocutores casi no lo dejan completar las ideas que esboza. Es cierto que cuestionar —lo que siempre resulta mejor con información y conocimientos— es parte de nuestra tarea como periodistas. Pero de ahí a interrumpir constantemente a un entrevistado, más con un afán descalificador que con una sincera disposición al entendimiento, hay una enorme diferencia. Las interrupciones descalificadoras de la mayoría de los entrevistadores de quien por segunda ocasión es el candidato presidencial de la izquierda, y que torpemente creen que así lo desenmascararán o cacharán en alguna maroma o trampa, son las que dificultan la comprensión de sus planteamientos y la posibilidad de cuestionar inteligentemente su viabilidad. No ocurre en las entrevistas que se hacen a los contrincantes de AMLO: a la candidata presidencial panista, Josefina Vázquez Mota, o a los candidatos priísta, Enrique Peña Nieto, y panalista, Gabriel Quadri, les conceden ensu mayoría verosimilitud y, por lo tanto, una viabilidad casi incuestionable. Los detractores de El Peje dirán con lógica impecable —más aún los que ilusamente creyeron y creen que es el peligro para México machacado hasta la saciedad en la propaganda sucia por el PAN, Felipe Calderón y los poderes económicos que hace seis años lo sentaron en Los Pinos— que el problema es que las proposiciones de López Obrador son inalcanzables, por decir lo menos, o definitivamente descabelladas, lo que estaría por verse y seguramente se aclararía si lo dejaran explicarlo y, después, claro está, cuestionarlo, lo que indistintamente fortalecería o debilitaría su oferta. Enfatizar en el crecimiento económico y la creación de empleos —sobre todo para 7 millones de jóvenes que ni estudian ni trabajan—, sin descuidar el combate al crimen organizado, es la estrategia de seguridad que propone. Para el movimiento que encabeza, en la falta de crecimiento de la economía y en la cada vez más estrecha oportunidad de conseguir trabajo están las principales causas de la expansión del crimen organizado y la violencia que ha traído consigo. Si la estrategia de Calderón —que enfatiza en el uso de la fuerza— ha cobrado 50 mil vidas en seis años, ¿no le parece sensato intentar por el lado de la propuesta de AMLO? Entonces surge la inevitable pregunta: ¿y cómo le va a hacer para que la economía crezca y con ella los empleos, y cuándo empezaríamos a ver ese crecimiento? López Obrador asegura que de ganar la Presidencia, el crecimiento se vería desde el primer año de gobierno con la creación de 5 millones de empleos. ¿Y cómo? Identifica tres fuentes para financiar el crecimiento que totalizan 800 mil millones de pesos: 300 mil millones se obtendrían del combate a la corrupción, otros 300 mil millones de la austeridad aplicada al gasto corriente del gobierno y 200 mil millones más de la aplicación de una política fiscal que grave más al que más gana y menos al que menos, sin nuevos impuestos o aumento de los existentes, simplemente eliminando los privilegios fiscales. Nada de eso está en el librito del actual modelo económico neoliberal, vamos, en su ortodoxia. Son medidas que se salen de esa camisa de fuerza, absolutamente heterodoxas. Pero ¿son verosímiles?, ¿viables? Disminuir el gasto del gobierno (no corriendo gente, sí reduciendo sueldos de los mandos superiores) es absolutamente posible. ¿Y arrebatar dinero a la corrupción? Pues mucho se avanzaría si el SAT, por ejemplo, cobrara los millones de pesos de multas aplicadas por la Secretaría de la Función Pública y la Auditoría Superior de la Federación. Pero, ¿es El Peje verdaderamente honesto? Pienso en lo personal que sí, pues no se le ha podido demostrar ninguna triquiñuela o abuso y le han buscado por todos lados en una guerra que lleva más de seis años. ¿Pero su honestidad alcanzaría para revertir la corrupción del sistema? Ahí sí le diría que quién sabe. Si 30 años de modelo neoliberal han propiciado un crecimiento que no rebasa un promedio anual de 2% y a 52 millones de mexicanos en la pobreza, ¿por qué no darle la oportunidad a otra propuesta que ofrece crecimiento sostenido y 5 millones de empleos en un año? Suena utópico, pero hay un antecedente histórico que demuestra que sí es posible: el del presidente de EU Franklin D. Roosevelt, quien en 1933, para contrarrestar los devastadores efectos de la crisis económica mundial de 1929, liberó fondos para abrir millones de empleos para los más desprotegidos.

CABEZA AL CUBO

Jorge Moch tumbaburros@yahoo.com Zalamerías castrenses 285 días… y ¡adiós tartufo! En febrero de 1913 el presidente Francisco Madero celebraba con ingenua anticipación, marchando a caballo y dramáticamente rodeado de cadetes del Colegio Militar, la lealtad del ejército mexicano hacia el poder Ejecutivo porque recién había salvado el escollo de una asonada. Ni dos semanas le duró el gusto, porque otro militar golpista y conocido villano de la historia nacional, Victoriano Huerta, lo mandó asesinar a un costado de Lecumberri. La llamada entonces Marcha de la lealtad no fue sino un vergonzante preámbulo a la traición, pero inexplicablemente, como tantas mentiras y contradicciones que cobija el cementerio de nuestros héroes nacionales y sus geniales mitos, se ha seguido conmemorando en el Heroico Colegio Militar. Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, de cuyas necedad, petulancia e ineptitud costará al país muchos años levantarse, ha demostrado en varias ocasiones su dilección por lo militar (y uno no puede dejar de preguntar por qué, si tanto le gusta el ejército, no se metió a soldado, que mucho menos nociva para el país hubiera sido su aventura militar que la política): se viste de soldado aunque el uniforme le quede grande, o disfraza a sus hijos para lucirlos, en un arrebato más propio de gorilato sudamericano en los setenta que de una democracia presunta en el XXI, durante la celebración de las fiestas patrias. Solamente nos ha faltado verlo en traje de campaña, camuflado y con un fiero FX-05 Xiuhcóatl en ristre. No han faltado, pues, las ocasiones en que Calderón se arropa con los uniformes y personeros de las fuerzas armadas para pretender algún lucimiento a su administración. Llegado al extremo de convertir a la Marina y al Ejército en sucedáneos de la policía durante la instrumentación de la mal llamada guerra al narcotráfico, a pesar de arrostrar una larga cauda de señalamientos y acusaciones por violaciones cometidas por miembros de las fuerzas armadas en perjuicio de los derechos humanos de víctimas civiles en una guerra perdida de antemano, y cuyos saldos mucho distan de las presuntas metas establecidas para maquillar sus verdaderos motivos: dotar de legitimidad a un gobierno que muchos seguimos considerando espurio y nacido del fraude y la trampa. La Marcha de la lealtad, en la paleta lógica propagandista del régimen, se presenta entonces como otra oportunidad mediática para el renovado despliegue del discurso (eufemismo que emplea este escribidor para soslayar la palabra “mentira”) progubernamental: los despachos informativos presentaron a un Calderón ridículamente aupado en un caballo blanco, emulando al incauto Madero de 1913. Es obvio que a Madero le faltó tener de su lado a la televisión, y a Calderón le falta al menos un asesor que le indique los límites del ridículo. En el colmo del lucimiento ramplón, los noticieros informaron que el nombre del blanco corcel es… Honrado. Ya no sé si carcajearme o vomitar. Pero lo mejor de la ocasión no fue la estampa caricaturesca del tartufo jinete, sino el discurso del secretario de la Defensa, Guillermo Galván, quien llamó al improvisado centauro michoacano, honesto, bravo, vertical y quién sabe qué otras lindezas, arrastrando a las otrora honorables instituciones armadas al lamentable papel de zalameros corifeos del hombrecillo, cuyo sexenal paso por Los Pinos ha puesto al país de bruces. De pronto, inexorable, el secretario de la Defensa hizo un acto de contrición, y aceptó que la seguridad interna de México está en jaque, lo que en los hechos es admisión explícita de que seis años de guerra, de balaceras, de degollinas, de levantones y ejecuciones y de tanta sangre no han servido para detener al narcotráfico ni a sus ramificaciones criminales. Pero contradictorio, apegado a la enfermedad institucional o simplemente dialéctico maniqueísta, acusó a los críticos de las fuerzas armadas de ser defensores de la delincuencia con la mágica fórmula, tantas veces socorrida por el tartufo y sus palafreneros, de “el que no está conmigo está contra mí”. Uno se tiene que preguntar de paso si obviando al secretario que los precede, los altos mandos de la milicia no encuentran que actuaciones así vilipendian y socavan el honor de las fuerzas armadas… Prescindible pieza de relleno discursivo, pantomima del poder o burdo vernáculo de cortesanías, la puesta en escena del Ejecutivo y sus soldaditos podría llamarse de muy muchos y diferentes modos que, por decoro de este escribidor y un pálido resquicio patriotero, deberá dejar el amable lector a su más lépera imaginación…