miércoles, 19 de febrero de 2014

#CabezaAlCubo domingo 16/02/14

Jorge Moch
tumbaburros@yahoo.com
Twitter: @JorgeMoch
Veracruz: periodismo, incertidumbre y terror
Para Goyo Jiménez, hoy que ya sabemos
A Gregorio Jiménez, “levantado” afuera de su casa en Coatzacoalcos, no lo conocí personalmente. Basta saber que era periodista y que fue agredido. Que es uno más en una lista vergonzante para el gobierno del priísta –de derechas– Javier Duarte de Ochoa (delfín de Fidel Herrera Beltrán, a quien medio en broma y medio en serio allá en su estado le decían el z-1), de comunicadores a los que se ataca por su labor. Sé que Gregorio indagaba agresiones a migrantes centroamericanos en Veracruz y es sabido que ese es negocio de cierto cartel, de las policías locales y de corruptos funcionarios del instituto mexicano de migración. Seguramente la versión oficial y exculpatoria de los ineptos funcionarios veracruzanos rebuznará otra cosa.
Para nadie es secreto que el periodismo en Veracruz –como en Tamaulipas o Chihuahua– lleva demasiado tiempo viviendo (decir “viviendo” es un caro eufemismo) bajo la égida del terror, la violencia, la intimidación o, más cómodamente, la cooptación, el cohecho y la sumisión, quizá en ese orden lamentable. Una cosa fue, por ejemplo, el enfrentamiento que sostuvieron por posiciones políticas diarios como Sur o Diario del Istmo (que destaparon a Cuauhtémoc Cárdenas allá por el fraude de 1988 que impuso al hoy “victimado” titiritero Salinas) con el salinismo por vía de ese patético personaje que fue Patricio Chirinos como gobernador ausente, y más bien con ese mal disimulado represor del PRI que era el hoy incomprensiblemente panista Miguel Ángel Yunes Linares cuando fue secretario general de gobierno, en los hechos gobernador de facto, y muy otra que la lógica gubernamental, bajo sospecha de ser también la de poderosos grupos criminales es “te alineas o te callas”. No es secreta en Veracruz la abyección lamentable de la mayoría de los medios impresos y prácticamente todos los televisivos y radiofónicos, dedicados más a rendir pleitesía, y cobrarla, que a informar de la verdadera situación del estado, y esto es por una mezcla nefasta de miedo y conveniencia. Basta tomar cualquier publicación local para encontrar fotografías del gobernador o sus más cercanos personeros engolados, altivos, haciendo rimbombantes declaraciones de aire caliente. Salvo quizá el diario del puerto jarocho Notiver y algunos otros como La Jornada Veracruz, en papel prácticamente no hay críticas. Nadie cuestiona las evidentes, descaradas corruptelas de los funcionarios cercanos al gobernador. Nadie investiga ni mucho menos revela de dónde salen las fortunas con que un puñado de indeseables, algunos llegados al estado durante la campaña de Duarte materialmente “con una mano atrás y otra adelante”, de pronto compraron una casa. Y el terreno de al lado. Y la casa de atrás. Y el par de terrenos adyacentes y de pronto, de manejar un coche modesto, ahora manejan (bueno, el chofer) una camioneta Infinity que cuesta más del millón. Nadie remueve el aciago asunto aquél de los 25 millones con que fue sorprendido un achichincle de Duarte en Toluca (que por cierto, según creo, le fueron devueltos). Nadie mueve mucho ya la razón de la muerte del cantante Gibrán Martiz, quien presuntamente antes de ser asesinado sostuvo un altercado con el junior de un poderoso funcionario estatal. Nadie indaga sobre tantas porquerías de las que tantos saben, porque saben que en ello les puede ir la vida. Sólo en redes sociales, en internet, brotan algunos cuestionamientos a menudo y lógicamente anónimos.
Escribo esto el sexto día en que Gregorio Jiménez seguía desaparecido y a minutos del anuncio de su muerte. Un par de días después de que Duarte le ofreció a su esposa una casa, para tratar de bajar el calor mediático en lugar de atender emergencias estatales de violencia, impunidad y sobre todo corrupción, esta última la tara a la que él mismo debe puesto y permanencia hasta el momento. Escribo esto cuando el de Gregorio se suma a decenas de nombres de periodistas agredidos y asesinados en Veracruz. El suyo es ya uno más de esos expedientes que son ejemplo de ineptitud, más corrupción y una perversa complicidad, a pesar de operaciones cosméticas coordinadas desde la deleznable oficina de (in)comunicación social del estado o de abiertas, descaradas infamias como la cometida contra la corresponsal de Proceso. Y escribo esto mientras Televisa Veracruz y TV Azteca Veracruz transmiten su dosis habitual de mierda, y en lugar de sumarse a la indignación internacional por el asesinato de Gregorio, hacen como que no pasa nada.
No vaya a ser que se les enoje el góber.

sábado, 8 de febrero de 2014

#lakuasiresistencia 08/02/2014

www.radioamlo.org 
http://tunein.com/radio/Radioamlo-s117641/
11am #lakuasiresistencia hoy sábado

Si buscas información y no deseas que sea una televisora de esas que solo te dan calabaza, pues te invito no solo a escuchar y ver (si se puede) tambien te invito a ser participe de esta forma diferente de ver y escuchar las noticias, solo recuerda que es un espacio diferente y donde el mal humor solo lo tenemos nosotros el Inge Varguitas y Cuasimiro Jhon Travolta RECUERDA HASTA DONDE NOS DEJEN  estaremos rompiendo el cerco informativo 

viernes, 7 de febrero de 2014

#cabezaalcubo 2 de febrero 2014

Jorge Moch
tumbaburros@yahoo.com
Twitter: @JorgeMoch
Mis vergüenzas con José Emilio
Esta es la rediviva confesión de un plagio consentido. Me sentí cercano a José Emilio Pacheco mucho antes de que siquiera supiera de mi existencia. Lo escuché, deslumbrado con esa sencillez que imprimía a su erudición universal y sucesiva, varias veces en las ferias del libro de Guadalajara. Leí de prestado, por allá de los veinte años, ese librito mágico que es Las batallas en el desierto. Lo compré en la edición de Era en 1997 y lo sigo atesorando igual. El 13 de febrero de 1998, en Veracruz, lo fui a ver, para escucharlo disertar –otra vez con esa erudición que abarcaba todas las geografías, todos los géneros, una copiosa cauda de autores y obras– sobre vida y obra de Salvador Díaz Mirón como presentador, junto con el autor, Manuel Sol, de quien, por cierto, José Emilio no se cansó de ponderar la titánica labor que supuso la “recopilación, introducción, bibliografía y notas biográficas” del copioso material con que se editó el volumen que hizo el Fondo de Cultura Económica, en su colección Letras Mexicanas de la Poesía completa, del que quizá haya sido el mayor poeta jarocho. José Emilio parecía saber de memoria todos los poemas de Díaz Mirón. Recitaba los versos deLascas como si fueran suyos. Al final de la conferencia fuimos muchos los que hicimos fila para saludarlo o pedirle un autógrafo, hubo hasta empujones que dieron luego sustancia a un cuento que publiqué por ahí. De pronto me pareció que estaba asediado, acorralado en un rincón de la capilla principal del recinto del Instituto Veracruzano de Cultura. Preferí hacerme a un lado y me quedé sin autógrafo.
A finales de ese mismo año, nuevamente en la Feria del Libro de Guadalajara, pude acercarme a hablar con él. Por ese entonces coordinaba yo un mínimo suplemento cultural en un diario local, Sur, del puerto jarocho (El Paliacate). Se me ocurrió proponerle que me dejara publicar por entregas semanales Las batallas en el desierto para hacérsela llegar al público veracruzano, y la idea le gustó. Me dio un número de teléfono, que resultó ser un fax, y yo poco después le mandé la petición por escrito. El resto es una breve y enojosa historia de malentendidos: obsequioso, José Emilio llamó a mi oficina en Veracruz y dejó dicho –yo andaba de viaje– que por él no habría problema. Alguna indicación dejó de que recibiría yo comunicación de sus editores y yo me quedé muy tranquilo cuando esa comunicación nunca llegó, aunque lo cierto es que yo debí llamarles. Y durante doce semanas reprodujimos en El Paliacate cada capítulo de Las batallas… Y en la siguiente FIL de Guadalajara, cuando él presentaba los poemas de La arena errante y le di las gracias por dejarme publicar su novela, supe que había yo cometido un plagio horrible, porque me topé con los ojos de pistola de Marcelo Uribe, director editorial de Era, que era la dueña de los derechos de Las batallas… y a quien yo debía, hacía meses, haberle primero pedido permiso y luego pagado derechos. Marcelo amablemente, pero sospecho que con contenida y muy justificada furia, me explicó que por mucho menos de lo que yo había hecho se había ido a la quiebra más de un proyecto editorial. Como yo en ese entonces ni siquiera recibía un salario del periódico donde publicaba mi mamotreto, propuse un plan de cómodas mensualidades. José Emilio intercedió y Marcelo fue generosísimo y al final, mal está decirlo, me salí con la mía aunque de veras avergonzado. Lo bueno es que Las batallas en el desierto llegaron así a más lectores. Al final, magnánimos y resignados, José Emilio y Marcelo restaron importancia al asunto y yo quedé en deuda para siempre con ellos.
Pude saludar a José Emilio algunas veces más, y hasta llegó a comentar algo sobre mis diatribas en este espacio. La última vez que lo vi en persona fue en los atestados pasillos de la Feria del Libro del Palacio de Minería. Lo acompañaba Cristina, a quien hoy, desde la confusa anonimia de ese momento breve, le reitero un abrazo fuerte y en lo posible esta suerte de acompañamiento, de tristeza compartida por la repentina, inesperada ausencia de José Emilio, esta que él mismo, en Siglo pasado(Desenlace) tituló “Irrealidad” y plasmó virtuosamente en palabras: “Como fantasma de un espectro vuelvo/ a este mundo con mi experiencia que ya no sirve/ y me abruma/ atestiguar cómo todo ha cambiado hasta la irrealidad; cómo fantasía alguna fue capaz/ de imaginar cuanto hay ahora, todo lo que es/ –y desde luego nadie esperaba.”
Como nadie esperaba, José Emilio, que te nos fueras tan pronto.

LA RECETA DE #LABOTANA (tortitas de carne deshebrada...

TORTITAS DE CARNE DESHEBRADA DE RES CON SALSA
RANCHERA AL CHIPOTLE
Acompañadas con calabacitas salteadas con oregano y arroz
blanco
4 o 5 personas
Ingredientes:
Para las tortitas;
• 600 gramos de carne de res para deshebrar (Falda o cocido magro)
• 4 huevos frescos
• 5 o 6 tomates verdes picados finamente
• 2 cucharadas de harina
• 1 cucharada de almidón de maíz
• Sal y pimienta al gusto
• ½ taza de aceite para la sartén
Para la salsa ranchera;
• ½ Kilo de jitomates bien maduros
• 3 chiles cipotles secos, remojados durante 3 horas y hervidos durante 15 minutos
• 1 cebolla mediana picada finamente
• Sal al gusto
Para las calabacitas;
• 4 calabacitas tiernas
• ½ cebolla rebanada
• 2 cucharadas de orégano
• 3 cucharadas de aceite o una cucharada de mantequilla
• sal y pimienta al gusto
Para el arroz blanco;
• 1 ½ tazas de arroz
• 4 cucharadas de aceite
• 3 tazas de caldo de pollo o 3 tazas de agua y medio cubito de consomé...
• sal al gusto
Procedimiento:
Tortitas:
Cocer la carne cortada en pedazos grandes, se dejan enfriar para poder manipular y se deshebran;
En un tazón se baten los huevos, harina, almidón de maíz y la sal, se agregan los tomates picados
y la carne deshebrada, se mezclan uniformemente y se forman las tortitas de 12 a 15 piezas...
En una sartén, se calienta la mitad del aceite a fuego medio y se frien las tortitas hasta que estén bien
doraditas, volteandolas dos veces, agregando un poco de aceite cada vez que se saque una tanda,
dejandolo calentar un par de minutos antes de continuar friendo las tortitas.
Se dejan reposar las tortitas unos 5 minutos antes de servirlas.
Salsa:
Se asan los jitomates y los chiles chipotles, se muelen en la licuadora o en molcajete, agregamos la
cebolla picada y se ponen en una salsera, si está muy espesa la salsa, se aclara con un poco de consomé
o caldo con el que cocimos la carne.
Calabacitas:
Se lavan bien y se cortan en rodajas o en cubitos, al gusto...
Se saltea en una sartén la cebolla hasta que se ponga “transparente” con el aceite o mantequilla, se
agregan las calabacitas y se guisan de 5 a 10 minutos y se agrega el oregano, sazonar con sal y pimienta
Arroz blanco:
En una cazuela se calienta a fuego medio el aceite y se frie el arroz hasta que se ponga mas blanco, sin
dejar de mover para que no se queme, si se usa consomé en cubito o en polvo se funde en el aceite con
el arroz antes de agregar el agua, si se usa caldo, se agrega éste al estar el arroz ya blanquito;
Suba el fuego hasta que hierva el caldo, se sala y entonces se tapa y se reduce la intensidad del fuego al
mínimo, dejar cocer unos veinte minutos hasta que el arroz abrorba el consomé y esté cocido, se retira
del fuego;
Con un tenedor se mueve ligeramente, con un tenedor para que esponje y se tapa otra vez dejandolo
reposar diez minutos y está listo para servirse.
En un plato plano se acomodan las tortitas y se cubren con la salsa, dejando lugar para acompañarlas
con las calabacitas y el arroz.
Buen provecho.
@milcmx La botana de la hora del amigo de radioamlo.org
@cuasimiro @IngeVarguitas