viernes, 24 de octubre de 2014

#TodosSomosAyotzinapa (cuento breve)

He despertado solo con hambre, fatigado, dolorido y entumecido,  tengo el frio  adherido a mis huesos a pesar de que vivo en esta tierra caliente, no siento mis piernas ni mis manos y no sé si estoy escribiendo esto o solo lo imagino, por un momento mi mente me hace malas jugadas o es el cansancio que me vence y me niego a abrir los ojos o son sueños que se convierten en pesadillas y estas me hacen ver cosas, alcance a mirar la llanura de una playa desierta  vi pasos dibujados sobre la arena, es como si hubiese visto mis propias pisadas y de momento sentí el agua tibia bañar mis pantorrillas…
¿En donde estoy? Quisiera preguntar pero ni yo mismo tengo respuesta a esa interrogante solo recuerdo salir corriendo gritándole a mis amigos pidiendo a mis piernas no desfallecer, sentí como rayos de luz sobre mi cabeza y un ruido que zumbaban en mis oídos, mis compañeros huían también de algo que nos atemorizaba y no lo tengo bien definido ¡uff! estoy tratando de poner en claro lo ocurrido pero siento pesado el cuerpo aunque por un segundo fui tan rápido que el viento era mucho más lento y ni siquiera lo sentía tocarme, me hubieras visto corrí como cuando niño solíamos jugar en la calle y nos perseguíamos mutuamente, entonces mi carcajada infantil llenaba la casa y contagiaba a mis hermanos y ustedes nos miraban de lejos asintiendo la felicidad que en esos momentos nos embargaba…
¡Shhhhh! ¡calla!, oigo pasos en la hierba, son pisadas de soldados o municipales, ¡no te asomes! por favor no lo hagas, no entiendo porque pero dan miedo estos cabrones hijodeputa igual y vienen a encontrarme y seria chido porque no siento las manos y este cabrón frio, pero no sacare la cabeza, aunque me gustaría caminar para quitarme esta pesadez en mis articulaciones…
¡shhhh silencio! ¡ufff carajo! creo que se han marchado y el maldito silencio me trajo a la memoria aquellas noches donde las pesadillas me despertaban sobresaltado y tu mano papá fuerte rasposa, firme, me contagiaba de tranquilidad !como me hace falta ahora! Estando aquí entiendo tu silencio comprendo ahora las veces que  regresabas a casa te veía, miraba tus ojos escaneandome de pies a cabeza levantabas la mano en son de saludo o recibías mi! ya llegue !  Como quien recibe un abrazo o un mimo, cuantas veces te cache mirando mis cuadernos ininteligibles para ti sintiéndote orgulloso de haberme decidido ingresar a la normal de Ayotzinapa y no huir a la ciudad de México o al extranjero como muchos de mis amigos, --No señor, mi hijo es normalista—decías a tus amigos-- igual que  Lucio Cabañas-- ufanado por tus recuerdos, cuanto de ti no entendía…
¡ Ey ! ¡Espera!, aguanta y aspira, ¿no te llega el olor a quemado?¿a gasolina?... lo que no veo es de donde viene el humo, como cuando a lo lejos miro el que se escapa de la cocina de la abuela donde me preparabas la comida con la salsa que tanto me gusta y las tortillas recién echas --ya vine jefa--  --siéntate mijo hasta parece que hueles la comida desde la carretera--  --naaa jefecita huelo la tierra de esta casa sin cemento en el piso, huelo a mi perro y a las gallinas con sus huevos mañaneros, huelo la leche que no es de plástico, huelo tu pelo que ya pinta canas jefa, igual y te lo tiñes como las señoras popof de la capirucha y soltábamos la carcajada mientras los tacos desaparecían en mi boca,  ella era mi sostén y muchas de las cosas que hice en la infancia fueron porque ella me marcaba el paso y aliviaba mis dolores cuando la infancia dejó paso a la adolescencia entonces estaba peleado con el mundo y soñaba con marcharme lejos donde los levantones y balazos de todos los días no me llegaran, entonces creía que mi padre y yo no nos entendíamos y que estaba solo en el mundo y nos peleabamos por cualquier tontera que ahora me pregunto porque fui tan wey y no comprendí al viejo que solo buscaba lo que para el significaba era lo mejor que necesitábamos en la familia…
! Tengo miedo! un miedo atroz de abrir los ojos y pensar que ya no existo, que esto que cuento o escribo o pienso o lo que sea que me está pasando es como esas putas películas gringas en donde en 5 minutos recorres tu vida y al final caes en el precipicio de la obscuridad total donde la nada es la reina, y pendejadas de esas, perdona que...

! Que! Que te explique lo ocurrido? Ni yo mismo puedo entenderlo…


permíteme tratar de respirar tomar un bocado de aire aunque sea pestilente y humeante…mmm estábamos en el lugar y el momento equivocados, soy normalista de primer año, salimos rumbo a iguala para botear era mi primera vez y participaría en una marcha conmemorando a los hermanos caídos del 68 era nuestra novatada, cosas de chavos sabes cortarnos el pelo salir en banda esas cosas, llegamos a iguala en la tarde gritando y haciendo alharaca, la plaza estaba llena y empezamos a botear (pedir dinero) nos subimos a los camiones y enfilamos a la carretera, los municipales nos cerraron el paso las camionetas se emparejaron y entonces se desato la locura todos gritábamos !somos normalistas!!Somos estudiantes! Vi caer un compañero fue un golpe seco y un ruido extraño como pudimos me baje del camión algunos se quedaron dentro, mis piernas temblaron corrí con desesperación nos estaban disparando con torpeza  trepe un muro el dueño de la casa me dijo que me fuera o a su familia le iría peor me ataje entre arboles y laminas y  espere y espere, ni tiempo me di a llorar ni a comprender lo que sucedía ni que es lo que habíamos hecho !somos normalistas!!Carajo!  Pensé en mis padres busque el pinche cel y se me cayó en algún lugar !chingada madre! Gritos, pasos de botas, sirenas de patrullas, balazos, mi llanto, mis raspaduras chirridos de autos, alguno choco o volcó no veo nada, un poco de silencio y salí para huir de ahí y buscar a mis camaradas después solo vi obscuridad y silencio, mi mirada estaba en mis pisadas, me sentí caminar como entre nubes, mas silencio, mas obscuridad, mas botas, mas rifles,  más risas, mas gritos y mentadas de madre, vuelto el llanto me veo hincado, huelo a tierra, huelo a miedo a terror, huelo a eses fecales y a miados, escucho gemidos y llanto de mis compañeros después siento una luz un ruido que maltrata mis sentidos olor a gasolina y lumbre puta madre !somos estudiantes! #TodosSomosAyotzinapa…

jueves, 23 de octubre de 2014

#CabezaAlCubo domingo 19 octubre 2014

Jorge Moch
tumbaburros@yahoo.com
Twitter: @JorgeMoch
Degradación “chistosa”
Para don Manuel Carrillo
Nunca va a admitir ninguno de los socios o propietarios de los consorcios televisivos en México su responsabilidad en la degradación sostenida, paulatina y aparentemente suicida de nuestra sociedad, esta sociedad que parecería condenada una y otra vez al fracaso. Pero han sido los medios masivos los grandes responsables de algunas de las más lamentables facetas de nuestra idiosincrasia. La de la derrota, la del conformismo, la de millones de sumisos, de bobos, de enajenados. Son los grandes consorcios de los medios en buena parte tan o más responsables que los mediocres funcionarios que han pasado por tantos gobiernos igualmente mediocres, omisos o deliberadamente criminales en ese lamentable ahondamiento de inmensas lagunas en la cultura colectiva y popular donde escasean el talento o la vocación artística y campean en cambio la estulticia, la vulgaridad y la franca, desnuda idiotez. Han lanzado los grandes poderes fácticos desde hace mucho sus avatares, sus paradigmas, sus embajadores disfrazados de lo pintoresco, de lo cómico, de lo galán o simpático: fachadas, monigotes, esperpentos. Marionetas que resultaron en los hechos a lo largo del tiempo tan eficaces en el arte de la distracción de los grandes intereses nacionales que las finas corbatas han llegado incluso al atrevimiento soez, sin importarles un bledo las consecuencias de ese desaseo institucional que ya vivimos encarnizadamente, de poner uno de sus juguetes en Palacio Nacional. A jugar que gobierna. Y ya preparan en el sureste, se dice, al que podría ser el sucesor monigote, con idéntica telenovela romántica incluida en el primoroso pero nefasto montaje.
Los ídolos en México no son de barro, sino de pixeles. Podríamos creer que alguno de esos sucesos mediáticos tuvo éxito por azar, por simple preferencia del público, pero que una y otra vez surjan en la palestra figurines que van de Pedro Infante –cuando en lugar de la televisión colegía el cine la moda, la sensiblería y hasta el habla popular– a Luis Miguel o de Cantinflas a el Vítor, exhibe la obviedad de una estrategia diferenciada y deliberada que apunta a nichos socioeconómicos propicios por su pobreza, marginación o ignorancia, lo que ya de suyo se inserta en el diseño de una planeación estratégica, clasista, manipulada desde la oligarquía. Baste recordar los bastante recientes y vergonzantes episodios de telenovelas y bodrios parecidos –en programación tanto de Televisa como de TV Azteca– en que los diálogos de los personajes, de suyo acartonados y sosos, salpicaron además de verborrea laudatoria a las imposiciones contrarreformistas del gobierno de Enrique Peña Nieto, porque llevan en el doblez agazapados los intereses de lucro del barón Azcárraga o el clan Salinas y sus respectivos socios de siempre, más los que sumen del extranjero en la inminente ola de saqueo de la riqueza energética nacional. La preceptiva de la cupular avaricia desfondada convertida en guión de telenovela, vaya.
A diferencia de las televisiones de otros países, incluso orientadas como Televisa oTV Azteca a nada más que al lucro –allí grandes consorcios estadunidenses o la RAIitaliana, o televisoras de esquema híbrido como la bbc inglesa, la Deutche Welle de Alemania, TV5 en Francia o Antena 3 de España, y desde luego a diferencia de televisoras socialmente comprometidas, como la televisión nacional de Canadá– los consorcios mexicanos no solamente no se atienen a un organismo regulador por parte del Estado, porque el Estado sencillamente no existe en los hechos, o no existe para esos consorcios. El Estado, como el autócrata de la novela, son ellos. Ellos disponen funcionarios, mueven legisladores que cabildean para sus oficinas particulares; hacen o destruyen figuritas de lentejuela y oropel, construyen festivales, ferias, conciertos o carnavales o los dinamitan cuando les suponen competencia. Hacen y deshacen.
Parecería que el hombre propone y las televisoras –y los bancos, y las tiendas departamentales, y las mineras, y los especuladores urbanos– disponen.
Y aunque han degradado tanto la cultura colectiva que encontramos “chistoso” a un imbécil que titula su programa Cien mexicanos dijieron o a una ebria sucia como la Chupitos o escarbamos risa en los malos estribillos repetidos miles de veces de Chabelo, el Chavo del Ocho o cualquiera de los estereotipos inflados de Eugenio Derbez, la gente reirá, celebrará sus chistes, sus ridiculeces y obscenidades.
Mientras los jefes cuentan, encerrados a piedra y lodo, el dinero.

miércoles, 22 de octubre de 2014

miércoles, 15 de octubre de 2014

#CabezaAlCubo domingo 12 octubre 2014

Jorge Moch
tumbaburros@yahoo.com
Twitter: @JorgeMoch
De indolencia y sumisión
–Pero, dígame usted –añadió Cándido–, ¿con qué designio le parece a usted que fuese creado el mundo?–Con el designio de hacernos rabiar –respondió Martín
Qué pudridero hemos hecho de este país. Cómo es posible que sigamos permitiendo, indolentes y sumisos, la degradación de las obligaciones sociales del Estado, la imposición del furor privatizador y extranjerizante de un grupúsculo de oligarcas mezquinos, la preservación absurda de un sistema de castas que se signa en el desprecio, el abuso y la intolerancia. Qué apáticos y mansos somos. Qué imbéciles, en dejar que la realidad de fosas comunes, de niñas robadas, de narcos que se adueñan de ciudades enteras, de politicastros corruptos y corruptores nos la maquillen los medios, la cinematografía estadunidense y las televisoras y radiodifusoras, muchas de ellas precisamente propiedad de esos mismos oligarcas, siempre puestas de bruces para apapachar a la cáfila de ineptos y ladrones y asesinos y simples oportunistas logreros que se dicen gobierno.
Conocemos de sobra la faceta parasitaria de la clase política, que en lugar de provenir de los más altos ideales –utópicos, parece– del servicio a la nación, recuerdan otros sacados del cuento filosófico de Voltaire al que se le tomó prestado el epígrafe: “embusteros, cautelosos, pérfidos, ingratos, salteadores, débiles, inconstantes, viles, envidiosos, tragones, borrachos, avarientos, ambiciosos, crueles, calumniadores, disipados, fanáticos, hipócritas y tontos”. Voltaire debió ser mexicano.

G. Noble 09
México es un país violento, por más que muchos quisiéramos otra sociedad más civilizada y responsable de sí misma, y es también un país de médula corrupta. En todas las etapas de nuestra historia ha estado presente el cochupo, el dinero y la canonjía que corrompen, la mordida, el chayote. Desde la Colonia hasta el siglo XXI. Y la corrupción al estatizarse y volverse estamento da pie al prurito represor, y la represión suele descansar en brazos que tienen más de bestia que de humano y entonces un imbécil, por obediencia o sagacidad presunta o pura pinche maldad apunta un arma a un civil inerme y asesina a mansalva. En la corrupción nace el crimen de Estado, y tenemos constantes, redivivos y sanguinarios recordatorios de nuestra propia ferocidad, como por ejemplo en el artículo que firmaron al alimón Imanol Ordorika y Adolfo Gilly en las páginas de este diario el lunes pasado (Ayotzinapa, crimen de Estado, en La Jornada, lunes 6 de octubre): “La desaparición y matanza de estudiantes normalistas en Iguala, Guerrero, es un crimen de Estado, cometido en un país donde la tortura, las desapariciones y las muertes violentas se han convertido en hechos cotidianos.”
Hoy aquí florearon las orquídeas pero no pudimos disfrutar del malva y el violeta porque cualquier asomo de belleza o de alegría lo devora la imagen espantosa de un muchacho –se llamaba Julio César Mondragón y era estudiante de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, donde cursaba el primer año de su carrera de maestro; era oriundo del Distrito Federal– al que policías o sicarios o ambos le arrancaron la cara, lo desollaron. Nadie puede hablar de progreso o armonía en un país en el que estudiantes que protestan injusticias son baleados, echados a una fosa y rociados de gasolina para calcinar los cuerpos. Nadie puede hablar de “mover a México”, habrá que gritárselo en la cara a Enrique Peña Nieto y sus corifeos porque, como señala con su habitual agudeza Julio Hernández López en su imperdible Astillero del mismo lunes pasado, esta nueva masacre de estudiantes –perpetrada, por cierto, casi con siniestra exactitud en la conmemoración luctuosa de la de Tlatelolco en 1968– resitúa “en su justa dimensión catastrófica los ensueños de primermundismo reformista y pactista que comparten la administración federal ya expresamente fallida, los gobiernos estatales ocupados en su inmensa mayoría por personajes pusilánimes, corruptos y acomodaticios, las presidencias municipales extendidamente dominadas por implacables bandos de criminales (también) organizados y el tinglado de intereses y complicidades de jerarquías legislativas, judiciales, empresariales, religiosas y mediáticas…”
Nadie puede hablar hoy de un México en paz o moderno porque, volvamos brevemente a Ordorika y Gilly: “En la matanza de estudiantes de Ayotzinapa la represión gubernamental contra una movilización social ha puesto también a su servicio la violencia del crimen organizado. Se trata de un crimen de Estado. La actitud omisa del Poder Ejecutivo federal y el autismo de la clase política en su conjunto le dan además la dimensión de una crisis de Estado.”
De Estado fallido. Otra vez.