miércoles, 28 de enero de 2009

comentario de Diego F. Castro

Demanda de una vida Despierto hoy a la vida, con la respiración que me mantiene vivo, y con los sueños en la penumbra de la luz que se asoma poco a poco por la ventana de mi casa. La llama interna de la esperanza se enciende, con el tenor de siempre, el cual por un solo vínculo sin distinción de razas, ideología, creencias, sexo y posición social nos mantiene unidos, el cual ya algunos sabios antiguos como Confucio, Mahoma, Buda, y Jesucristo entre otros lo hicieron vida: cultivar la virtud de la condición humana, con la calidez que brinda la sinceridad y honestidad de un corazón que se mantiene palpitante por servir a los demás. Intacto de la podredumbre de tanta impunidad e injusticia, obra de la mezquina ambición de la corrupción emanada del poder vacío y carente de la virtud que brinda la ética y la moral de un espíritu limpio. Amo la tierra que piso, así como las manos que la cuidan, y los pies que la sostienen para brindarnos hoy el pan diario de cada día el cual para unos pocos no significa nada, y para unos muchos todo. Amo mi tierra por ser el lugar por donde caminaron mis ancestros que murieron con la esperanza de vivir en paz y en un estado de alegría muy próximo a la felicidad, que hoy en día deja abiertas las brechas de un sin fin de caminos que apuntan a la libertad de expresar la palabra que derrumba el silencio. Pido el aprecio y respeto a mis diferencias como el mexicano que soy, y el derecho de expresarlas. Pido vivir dignamente sin etiquetas que atenten con la imagen de defender los derechos que me otorga mi condición humana. ¡Pido y exijo! con un gran sentimiento de impotencia el que me dejen vivir sin la preocupación colmada de miedo a no poder seguir expresando lo que pienso y lo que siento, dándole nombre al cúmulo de experiencias y tradiciones que me recuerdan día con día de donde partí y que me alejan de la globalización (virus mortal que infecta mi identidad y entorno que me rodea), para vislumbrar el sendero que decida seguir, con la certeza de que los que vienen detrás de mi no vivan en la desgracia que como yo, como mi pueblo vivimos hoy en mi tierra, pobrecita de mi tierra, pobrecito de mi México, secuestrado por asesinos, ladrones y falsos profetas, todos ellos exterminadores de almas. Saludos y lo mejor para todos que somos uno.
Atte. Ing. Diego F. Castro Andrade

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