lunes, 15 de febrero de 2010

cabezalcubo Nación cutre

Nación cutre

Cutre, según el diccionario: “1. adj. Tacaño, miserable. Ú. T. C. S. 2. [adj.]Por ext., pobre, descuidado, sucio o de mala cali dad. Un bar, una calle, una ropa cutre.” Es sinónimo, por ejemplo, de ruin, cicatero, sórdido, mugriento, pringoso, y por extensión y uso, en México acomoda bien donde pin chísimo o con el superlativo de jodido: jodidísimo. Todos esos adjetivos son los que acuden como sabor de boca ante el jodidísimo proyecto de televisión, de entretenimiento o de información, que ofrecen las televisoras mexicanas. A saber cuál de los dos frentes del duopolio se lleva las negras palmas, las palmas del cochambre, si Televisa o tv Azteca. De Azteca son señeros sus programas para señoras rumiantes y la presunción de que la mujer mexicana es toda estúpida o fanática religiosa (que viene a ser lo mismo). De Te levisa es notorio el sesgo informativo y la pobre calidad estética, y sobre todo ética de sus producciones, reportajes y programas. La guinda es la astrosa colección de escándalos prefabricados con que a menudo se llenan las trompas de entrambas. Como el reciente, del futbolista baleado hace unas semanas en un bar.

Un tipo entra a un bar de putas, que decir table dance no es otra cosa. Es el bar de moda para quienes, aburridos de habitar estamentos de dorada burguesía, quieren vivir emo ciones “fuertes”, o algo así. El tipo tiene un altercado con otros patanes a causa de una ramera y los patanes resuel ven metiéndole un balazo en la cabeza. Fin de la discu sión.

Lo que sigue es montaje en noticieros y programas de cotilleo histérico. La porquería, la tenebra, el tejemaneje. Detrás de ello los intereses, y en los intereses, la sinrazón cochinamente política, aunque asomen los entresijos incómodos: el baleado es un futbolista paraguayo que juega en un equipo propiedad de la cadena televisiva más grande de México, y se le convierte de inmediato en tres cosas ideales para revolver el caldo (lo que permite distraer al público de porquerías del gobierno, como gravar con el impuesto sobre la renta las pensiones de los jubilados): 1. Mártir de la inseguridad pública en Ciudad de México; 2. Oportuno show mediático que atiborra las pantallas de berridos de conductores de casa y lleva miles de acarreados a un estadio de futbol para cantar consignas, hacer rezo público, o sea, obsequiar de pasada un tácito espaldarazo al México confesional de los chupacirios con quienes tan buena miga tiene Televisa y, precisamente en ello, convertir al mártir en 3. Estandarte de una campaña sucia contra el gobierno de Ciudad de México, gobierno de tendencias de izquierda y que no termina de alinearse con el gran cuadro nacional de la hipocresía que suponen el viejo priísmo y el menguante panismo. Tres causas tres al precio de una bala y la cauda de basura mediática, de ruido que arrostra. Lo que se calla es que el bar cutre es el preferido de no pocas estrellitas de Televisa, como tampoco se dice, cuando se berrea la indignación por la holgura de las autoridades que permiten su operación, que los dueños son socios de altos mandos de Televisa, que son amigos de politicastros del gobierno fe deral, que “tienen altas influencias”. Que, como suele suce der con muchos empresarios consentidos del gobierno de derechas que destaza día a día a México, operan en un régimen de excepción.

No conocía a la víctima porque no me interesa el futbol. Considero lamentable su periplo, como atroces son los atentados y los asesinatos y las refriegas cotidianas en todo nuestro baleado país, los miles, decenas de miles de víctimas de nuestra estupidez endémica. Pero hacer de un futbolista –perdulario, ¿o qué anda haciendo un deportista en un puticlub?– un espectáculo patético como hace Televisa ahora, igual que hizo tv Azteca no hace mucho, por ejemplo, con el conductor Paco Stanley, baleado por sus implicaciones en el narcotráfico, o como la misma Azteca con Ricardo Aldape, aquel mexicano que salvó de morir ejecutado en Estados Unidos para estrellarse en un coche deportivo en una carretera mexicana, porque de la miseria del corredor de la muerte terminó en celebridad irresponsable; hacer de estas figuras emblemas de algo, de un martirologio inventado, de una campaña de guerra sucia en contra de la oposición es nada más que seguir emporcando el medio. Si los próceres verdaderos de nuestra historia hubieran podido avistar el futuro, qué va que se manchan las manos para crear un país cutre, cuna de gobiernos cutres, con una población cutre que se empacha con tele cutre.

Jorge Moch

No hay comentarios:

Publicar un comentario