lunes, 7 de abril de 2008

EDITORIAL 5 ABRIL 08

Llegué con mi familia 20. minutos antes de que diera inicio el evento esperado, al pisar el hemiciclo ya la gente se encontraba reunida para la inauguración del festival de la primavera organizado por el gobierno del D.F. el cual fue como siempre excepcional y bien organizado por la secretaria de cultura.

Un encuentro con las diferentes áreas culturales el cual tuvo espacios dedicados a las diversas personalidades de nuestros hermanos; así contamos con ferias de libros, música clásica, salsa, bailes, coreografías, pintura, rock en todas sus modalidades y el evento por el cual había llegado al kiosco ubicado en la parte central de la alameda a espaldas del hemiciclo pegado a la avenida hidalgo después de la fuente en donde los domingos se llena del folclor característico de los estados de la república.

La espera fue aceptada cuando por el altavoz se nos informó que el invitado especial llegaría, después de inaugurar el festival, la gente quería verlo y escucharlo y algunos otros desesperados se retiraron. Como siempre Radioamlo ya se encontraba ubicado para llevar la trasmisión del concierto, fui designado para llevar el micrófono, captar las impresiones de la gente y recibir el audio que saldría al aire.

Entonces… le vi, enfundado en un saco azul, acompañado de sus músicos y los coros; un hombre subió al kiosco y su sola presencia arrancó los primeros aplausos, gritos y júbilo indescriptible, Jorge Saldaña recibió con beneplácito la hermandad de la gente y su voz aun clara y fuerte inicio con la música de un bolero, capullito de alelí, de pronto el jardín se lleno completamente, muchas parejas comenzaron a bailar, los rostros felices, las manos al aire, las palmas, los gritos; ese poder de convocatoria que se manifestó en la unión de almas sufrió una gran metamorfosis cuando se le dio la oportunidad de cantar a Cristina Rodríguez, paisana y resistente quien nos deleitó cantando un corrido acerca del petróleo, a continuación el himno de la marsellesa con un cambio de letra que entró en el alma del público, los gritos a favor de Andrés Manuel no se hicieron esperar, el “no estás solo” acudió a las gargantas. Todo rebasó pletórico de algarabía cuando surgieron las parodias, bailamos con el sirenito y la apoteosis llegó en el momento cumbre al cantar Guantanamera , el público metido en el corazón de la resistencia celebrando la parodia; al terminar miles de personas comenzaron a cantar no tenemos miedo, sentí que el corazón se llenaba de un sentimiento de valor; y, ver el rostro de un hombre que día a día rompe con el cerco informativo me indicó que estamos en el buen camino, este es el legado de un solo hombre Andrés Manuel... y el sueño se vuelve realidad.

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