483 ofertas de trabajo de váyanse a la mierda
Que a todos nos urge alguna certidumbre en que posar nuestros enclenques futuros, cualquiera lo sabe. Que quien fue candidato presidencial del empleo terminó siendo el déspota que se cargó buena parte de los trabajos del país, es cosa sufrida. Que no sabemos qué pasa ni qué va a pasar en este país nuestro que desde tiernos ayeres de párvulos nos pintaron de una forma pero ya desde antes era muy de otra y todo cambio ha sido para peor, es cosa diaria. Entre tanto revoltijo, tanto hedor a fosa clandestina, tanta angustia por los desaparecidos y tanto pavor cotidiano ante las camionetas artilladas, los ciudadanos inermes sólo tenemos clara una cosa: nadie tiene comprada vida, ni salud, ni mucho menos oficio. A menos, claro, que sea político, oligarca de los medios o plutócrata socio, alecuije, compinche o compadre de cualquier egregio personero de la cleptocracia en la que se inscriben los nombres y apellidos de siempre y que ya sabemos.
La crisis del empleo en México no es cosa nueva, pero se ha profundizado de manera horrible desde que la derecha se robó la rienda. Los ricos, eso sí, cada día más ricos. Los menos, eso también, cada día haciéndose con más. Y una gruesa franja de la población se fue quedando sin chamba, sin pase a la escuela, sin dinero y sin futuro.
El espejismo capitalista, sin embargo, mantiene sus cantos de sirena. La publicidad desbocada trina un colorido abanico de bondades inútiles en la televisión. La prendo y vuelvo a ver un anuncio que he visto muchas veces y cuenta la historia de un muchacho sin futuro que se metió a estudiar a una escuela “del futuro” y remata con el tipo convertido en “hombre de éxito” (de saco y corbata, dirigiendo una junta en una sala llena de ejecutivos, admirado lo mismo por sus jefes que por sus subordinados) mientras sentencia: “las oportunidades ahí están, lo demás depende de ti” . Ese hombre de éxito seguramente fue vendedor de algo y ahora dirige vendedores, campañas publicitarias, un estudio de televisión. O tiene un puesto en el gobierno. Es la encarnación amable de un sistema putrefacto y corrupto fundamentado en obtener dinero ajeno.
¿Dónde buscar? No conozco agencias de empleo, ni he salido a comprar todos los periódicos para buscar chamba en los anuncios clasificados… fácil: un trabajo del futuro se encuentra en un anuncio del futuro y el futuro nos alcanzó cuando internet se democratizótanto. Y me dedico, vaya que me dedico. Me inscribo en agencias virtuales que prometen conseguirme una sinecura a cambio de una posterior y casi voluntaria aportación. Otros dicen que quien tendrá que pagarles por conseguir mis coruscantes atributos será quien me otorgue el empleo anhelado. Como sea, queda claro que nada en este mundo es gratis y a todo digo que sí y hago clic y más clic. Pongo en los motores de búsqueda la palabra clave de mi oficio: escritor. Nada. Periodista. Nada. Trago grueso, porque la cosa se pone difícil. Editor. Nada. Traductor, temiendo la devaluación de las páginas a las que tanto desvelo se le pueden llegar a dedicar: tampoco. Decido entonces atenerme a la oferta y la puerca tuerce el rabo. De la ambigüedad desesperante a la superespecialización demencial, una cauda de anuncios que dan paso al desánimo, y escritos con las patas, además, o con una siniestra lucidez para desinflar arrebatos al candidato. De enfermera, técnico radiólogo o gerente de procesos industriales no tengo nada. De “arquitecto senior Java/egoVeris” (sic) o lo que lacónicamente llaman “CFO”, de lo que se advierte que “3-4 años en un despacho Big 4 y hasta 5 años como contralor en una empresa de servicios, logística, hotelería, son necesarios como experiencia previa. Dominio de los Mex gaap e IFRS es imprescindible” (sic y recontrasic), ni recóndita idea. Encuentro además que sólo hay una oferta para un viejo como yo, mayor de cuarenta. Pero es en Hermosillo y a mí el calor tan intenso suele sentarme mal. Desesperado, frustrado y tonto, tecleo “váyanse a la mierda” en el buscador. El resultado es inquietante: aparecen relacionadas “cuatrocientas ochenta y tres ofertas de trabajo de váyanse a la mierda. Empiezo a leer sintiéndome parido por Kafka: arquitecto seniorJava/egoVeris, Mex gaap e IFRS …
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