sábado, 28 de mayo de 2016
jueves, 26 de mayo de 2016
miércoles, 25 de mayo de 2016
La Dama Del Pasajero Del Último Vagón De La Soledad...
LA DAMA DEL PASAJERO DEL ÚLTIMO VAGÓN DE LA
SOLEDAD…
Carol, se incorporo del sillón
donde se encontraba descansando, de vez en cuando miraba de reojo hacia la mesa
de centro, donde el reloj marcaba las horas y la muerte de los segundos que se
perdían detrás del tiempo. Se sintió mareada, signo inequívoco de que esta
noche, las musas que cubren la tierra vendrían a tomarla prestada, a
secuestrarla, con la única intención de que surja la poesía o las pinturas como
las estrellas que mira a través de la ventana. Se levantó de su asiento,
caminando con lentitud hacia el cuarto que ocupa como estudio, sintiendo ese
ligero temblor de los labios, la pesadez de encaminarse, porque al pasar del
tiempo, se ha dado cuenta que el pasajero nunca llega solo, siempre le acompaña
el llanto, la melancolía, esa sensación de vacío en el estomago que penetra los
poros de su piel. Sus pasos atraviesan el pasillo que la lleva directo donde
están sus trabajos, su vida entera y el
encuentro consigo misma; espera un poco
antes de entrar, semejando una más de los miles que se transportan en el
metro de la gran capital, espera que la puerta se abra para que el calor encerrado en el vagón, le llene el rostro y
no permita que lagrima alguna caiga sobre su mejilla, lagrima cargada de
sensibilidad encontrada, sentimientos descritos con metáforas, los mismos que
estuvo leyendo y le angustiaron el corazón, mientras las palabras salían de su
boca seca, de tanto leer el sufrimiento de los padres que han perdido a sus
hijos, le hiere esa conmoción de pérdida, como cuando era niña y descubrió por
vez primera que el caballero de las noches sombrías le acompañaría por muchos
años.
Entro al estudio, a su lado
derecho estaban los cuadros sin terminar, los papeles donde empezó a escribir
poemas inacabables encima de una mesa, donde reposaban las pinturas y del lado
izquierdo los caballetes y a su lado el marco blanco testigo mudo de su
transformación, en ésta noche donde el llanto surca las mejillas, mojándolo
todo, mojando el cuerpo de Carol, la blusa que se pega a su piel blanca, como
la nieve, empapándose a causa del rio de lagrimas, mojando su pasado, su
presente, su futuro incierto; el maldito pasado de dolores ocultos, de pecados
sin pecar, de tardes en la playa robando
estrellas y palabras que luego escribía en pedazos de papel, y terminaba
llorando al verse reflejada con toda la aflicción y el llanto no paraba. Tomó
los pinceles y el muro blanco se perló de color. El primer trazo fue de
rebeldía, de llegar a ser lo que siempre soñó y que hubiera logrado ser, de habérselo permitido años antes; de la libertad de
elegir y ser libre como las novelas que leyó aprendiendo de memoria algunos
textos durante su adolescencia. Aquellas
donde los amantes terminaban la vida juntos y felices para siempre. El
trazo siguiente fue de coraje, sentimiento que no conocía; había leído de él en
los diccionarios que le llegaban a las manos donde aprendió su significado, y
constató con demasiado dolor el día que leyó sobre las madres que habían
perdido a sus hijos por razones que todavía no entienden y el alma se le
estruja, cuando a sus palabras de dolor y de angustia claman a los cuatro
vientos su pronto regreso. Carol se lleno de coraje y del mismo dolor de esas
madres que se encadenaron a las rejas donde nadie abre para darles esperanzas;
con su voz fina resquebrajada al leer la descripción de lo ocurrido en esa
noche aciaga, de pensar en la angustia
al saber que los vástagos de esas madres no retornaban a sus hogares durante
dieciocho meses, coraje al leer lo que habían sentido en la noche de iguala
mientras recibían reportes que les hablaban de tiroteos entre civiles y
desconocidos, angustia de la espera, del maltrato de las autoridades y de la
gente que no se ponían en sus zapatos; coraje de verse humillados por ese
gobierno que les dice “ya lo olviden”, ¿olvidar? ¿Qué? ¿Que sus hijos, los
mismos que amamantaron durante su infancia fueron cremados, metidos en bolsas de
basura en el río de Cocula? ¿Olvidar que los señores dueños de la política se
ufanan en dar carpetazo a un caso que no se puede ni siquiera permitir el dejar
de continuar luchando para dar término a
ese peregrinar de familias enteras buscando por mar y tierra a los hijos? ¿A su
andar por las calles asfaltadas en rojo, rojo del color de la sangre de
los héroes de los que le hablan sus
libros de historia? Rojo intenso como el color que surca el espacio con la mano
levantada, donde el pincel se estrella contra el muro del bastidor, donde van
apareciendo las imágenes las cuales reflejan el yo interior de Carol, su
coraje, su amargura, su llanto, rojo como la sangre de los mártires que cayeron
a lo largo del mundo, sobre todo de los países donde la pobreza pega tan fuerte
como las olas al chocar sobre las rocas. Rojo como la sangre de los nietos de las
abuelas de la plaza de mayo de argentina o las madres de los caídos en la plaza
de armas de Santiago de chile.
Mientras reflexiona, sus manos
irrefrenables, presas de un incontrolable batir de movimientos, como las alas
de los colibríes que tanto le gusta observar, se agitan en un ir y venir de
pintura, la amargura, esa pesada losa de melancolía se pega a la dama de las
manos que pintan, que van transformando su llanto de impotencia en algo nuevo
plasmado en ese marco donde se miran los bosquejos de la obra que su mente ha
traído desde un lugar hacia la luz del mundo. La tristeza y la añoranza viven
adheridas a su ser como si ya formaran parte de ella, su cuerpo se agita en
movimientos irregulares en un ir y venir de pomos de pintura mientras el llanto
sigue fluyendo en torrentes de ríos de agua que no terminan, por un momento
siente que sus gemidos han sido escuchados, oye pasos en el pasillo, aguza el
oído, se muerde los labios para que dejen de salir esos sonidos guturales desde
el fondo de su alma quebrantada, lo hace tan fuerte que un hilo de su propia
sangre escurre por la comisura de los labios, <<¿Mamá te encuentras
bien?>> escucha la voz de su hijo menor que le pregunta y ella compungida
responde con la voz más tranquila que pueda salir de su garganta << Si
papi, estoy bien, descansa, vuelve a la cama>> ordenando sin ordenar,
escuchando como se pierden los pasos y el maldito llanto vuelve a surgir, y no
sabe o no se da cuenta si las palabras que emergen de sus labios, se escuchan
al aire o solo en su pensamiento respondiendo sin responder a su pequeño,
<>.
Las horas seguían transcurriendo
y los pinceles continuaban transformando el bastidor blanco en una mezcla de
colores. Entre los azules y amarillos, hacía tiempo que las lagrimas habían
amainado, pero le restaba la zozobra, cansancio, más de la mente que físico;
las horas transcurridas sin dormir, sin descansar, hacen mella en los cuerpos
por muy acostumbrados que estén a las trasnochadas. Ahí estaba ella acurrucada
en un rincón hecha ovillo como intentando descubrir algo en el espacio vacío de
su cabeza, como si tratara de alcanzar un rostro sobre la nada, dolorosamente
inalcanzable, como se ha sentido siempre, dolores arraigados tan dentro que se
han vuelto corazas impenetrables donde la obscuridad ha sembrado sus flores
yertas en el mismo lugar donde se mueren los sueños, las esperanzas. Ella está
ahí esperando que el hombre imaginario de sus sueños poéticos, llegue y entre
por la ventana abierta de par en par para robarle un beso interminable, un beso
que la asfixié; sentir unas manos que la tomen y la estrujen como hace mucho
que no siente. Entonces vuelve el rostro con las ojeras marcadas,
con los ojos arrugados de tanto llanto, con suspiros e hitos que se confunden
entre sí, con las manos cubiertas de pintura, en una de ellas los pinceles
usados, deshilachados, mudos testigos del dolor derramado; sobre la otra mano
colgaba la foto donde un día se le veía feliz, antes de transformarse en la
mariposa nocturna que es ahora. Al volver el rostro sintió que le miraban desde
algún lugar del estudio en penumbras, ahí estaba contemplándola, deleitándose
con ella, saboreándola, descubriendo su cuerpo tras la blusa ceñida a sus
formas, a sus caderas, donde le desnudaba sin su consentimiento y ella se deja
envolver, como muñeca de trapo sin control alguno, ¿cuántas noches había
sentido lo mismo? Cuántas horas trepó sin dificultad al andén donde esperaba el
último tren de la estación de la soledad, al último vagón donde la esperaba
siempre Él, enfundando en su traje negro como la noche profundamente oscura, ya
no cabe más el llanto, se lo había tragado todo y los suspiros lograban salir
de su boca, de sus labios amoratados, donde el hilo de sangre hacía tiempo se
había secado, ¿Cuántas noches tuvieron que pasar? Para entender que era ella,
que tenía que plantar sus pies sobre tierra firme, que las ilusiones con
distancias largas son pasajeras, que los años pegan, duelen los días y las
horas, y por más que busque y rebusque entre las miles, millones de estrellas,
ninguna podrá ser alcanzada con sus manos.
¿Cuándo dejará, el hombre de las
noches solitarias, de venir a su encuentro? Sólo Carol podría saberlo…
G.C.
18/04/2016
Derechos Reservados
martes, 24 de mayo de 2016
Silencio...
Silencio…
¡¡Silencio amada
mía!!
Que los grillos
marquen el tiempo
en sonetos, en
cuartetos,
como lo hacen mis dedos
al buscar los dedos
de tus pies
dispuestos,
reclinados en poses
sensuales,
sobre los peldaños de
la escalera
donde tu cuerpo se reclina.
Mis dedos palpan
suavemente
los vellos púbicos
recién bañados.
Mi lengua busca entre
los pliegues vaginales
donde aspiro el aroma
que en cierne
agridulce de la
orilla de tu vulva.
Te poseo así
sobre la escalera
muda
atestiguando nuestro
deseo carnal.
G.C.
18/05/16
©copyRight
lunes, 23 de mayo de 2016
El Espejo...
EL
ESPEJO
“Por desgracia el espejo al tacto, perdió su equilibrio y
asiéndose de mi cuerpo, caímos juntos. Mi rostro y su helada lisura, en
fragmentos nos hicimos… (¡Pero siempre juntos/juntitos, nos fuimos partiendo!)”.
(“PALABRAS
CONFESAS” de María Andrade)
¿Cuántas veces te has mirado en el espejo?
cristal que refleja nuestras realidades,
lugar oculto de la verdad íntima
donde anidan nuestros despojos…
G.C.
Sophia se incorporó de inmediato, impulsada
fuera de la sabana que cubría su cuerpo desnudo, se puso de pie, caminó fuera
de la recamara y aguzo el oído en busca del murmullo que le llegaba desde algún
lugar de la casa. Se armó de valor y salió al pasillo donde la oscuridad le
pegó en el rostro a tal grado que se recargo sobre la pared para no perder el
equilibrio, sus ojos fueron adaptándose, se acostumbraron a la noche, comenzó a
caminar despacio, con sigilo por el pasillo que la llevaba a las escaleras,
notó que las paredes estaban vacías, sin cuadros enmarcados ni adornos. De
repente, el silencio fue roto por un suave susurro, como de voces que se
perdían entre las paredes. Se lleno de dudas mientras bajaba los peldaños de
las escaleras. A su lado izquierdo el reloj encima de la chimenea daba cuenta
del tiempo transcurrido y por alguna extraña razón las manecillas se habían
detenido justo a las dos de la madrugada, se dio cuenta de ello, mientras sus
pasos los dirigía hacia donde se encontraba la cocina.
La luna dejaba entrar
pequeños rayos de luz a través de las ventanas, por lo que se vislumbraba la
desnudez de Sophia, su delgadez extrema, su piel violácea, sus pezones erectos,
sus pies descalzos… Entró al cuarto de la cocina y tomo un vaso de agua del
grifo. Fue en ese momento que lo escuchó claramente; los vellos de su espalda
se erizaron, el balbuceo constante inidentificable llegaba hasta ella. Provenía
del baño superior, su mano encontró a su paso un cuchillo de la mesa del
comedor, respiro profundo, con miedo mientras se armaba de valor, subió los
escalones de dos en dos, enfilo su andar hacia el cuarto de aseo y abrió con todo
sigilo. La oscuridad llenó sus pupilas, todo era negro, pero ahí en cualquier
lugar del cuarto de aseo ella escuchaba las voces perfectamente, sus ojos se
adaptaron a las sombras nocturnas, mientras con las manos extendidas trataba de
buscar algo que le indicase la fuente del misterio. Sus manos tocaron una parte
de la pared, buscando con la yema de los dedos, toco metal que enmarcaba el espejo.
Estaba frente a él y lo tomó entre sus manos, lo sacudió. Esperaba ver
reflejada su imagen o algo a pesar de la oscuridad, cualquier cosa debería de
ser reflejado. Con su mano derecha dio un golpe, como limpiando la superficie y
la oscuridad dio paso a una luz intensa. Creyó volverse loca cuando lo
descubrió, el sonido gutural surgía del espejo, su rostro adquirió una mueca de
terror; por un instante cerró los ojos. Detrás del espejo, una cara se dibujaba,
se acercaba hasta casi sentir su aliento, era un hombre con la barba crecida, los
ojos inyectados, murmurando palabras que no se distinguían, al caer la
oscuridad del espejo, el hombre masculló algunas frases y miró directamente
hacia donde se encontraba Sophia, ella se mordió los dedos evitando que su
grito fuera escuchado; lo que siguió ya no pudo entenderlo, se desvaneció en el
silencio, entre la niebla, mientras su cuerpo desmadejado caía al piso, lo
último que vio fue el rostro del hombre de atrás del espejo que no dejaba de
mirarla…
Al despertar de su letargo, lenta,
pausadamente, noto en sus piernas moretones de golpes; cardenales tal vez
causados al momento de caer inconsciente en la losa del cuarto de baño, intentó
levantarse, pero su cuerpo no se lo permitió, se desplomó de nueva cuenta sobre
la cama vacía de su cuarto. Por un instante antes de volver a perder la
conciencia, su habitación al igual que su cama se le parecieron inmensas, llenas de una soledad extrema, que
le calaba los huesos. Cuando volvió a despertar se sintió inquieta, recordaba
la suavidad de su cama, pero ahora no estaba ahí, se encontraba en la sala,
sobre el sillón, en el mismo lugar donde se encontraba el viejo reloj y a un
lado la chimenea apagada; ella tiritando de frío, exhalando vaho de la boca,
completamente desnuda. Se incorporó con algo de esfuerzo, los golpes sobre su
cuerpo se habían curado, por un instante volteó hacia el reloj, desconcertada
lo observó funcionando a punto de dar las dos de la mañana; con alguna
inquietud se puso de pie, algo dentro de ella le decía que tenía que caminar,
se dirigió hacia la cocina. De pronto escucho que el reloj había parado
repentinamente y de nuevo sintió ese miedo atroz que le ha perseguido cada
noche, que no le abandonaba. Entró en la semioscuridad, sin encender la luz… ¡Ahí
estaba el cuchillo sobre la mesa! Como una copia fiel del último día que quedó
en su memoria, lo tomó con sus dedos largos y delgados. Su cuerpo se
sobresaltó. Nuevamente, el murmullo de voces se dejaba escuchar, subió las
escaleras, caminó por el pasillo, pero ésta vez abrió de golpe el cuarto de
baño y entró a la oscuridad total, ahí estaba el espejo sin reflejar absolutamente
nada. De un manotazo frotó sobre el espejo y apareció la imagen del hombre
frente a ella. En algún espacio de tiempo, mientras su cuerpo se paraliza del
miedo, algo llamó su atención de aquel hombre descuidado que le miraba, incluso
tan muerto de miedo como ella; el tipo con la barba mal cuidada, de ojos
inyectados qué gritaba y repetía cosas que ella no entendía o no comprendía. Había
algo familiar en ese tipo que no lograba visualizar, algo por lo cual le daba
terror mirarle! Trató inútilmente de salir huyendo pero algo le impedía
moverse, no lograba quitarse del espejo, ¡se percató cómo ese ser volteó a mirarla!
¡Vio sus ojos enfrentándose a los de ella!...
No supo más de sí… Se
desvaneció. La oscuridad llegó a su cuerpo y perdió el conocimiento. Cuando
despertó, corrió hacia el baño a mirar al espejo, todo estaba en perfecto
orden, el espejo reflejaba todo su delgado cuerpo, absolutamente nada fuera de
lo normal acontecía en ese instante. Su mente le jugaba cosas extrañas, tal fue
su desesperación que Sophía rompió el espejo, los pedazos volaron por todo el
baño. El odio, el miedo, el terror, todo era uno solo. No quería volver a mirar
el rostro de aquel personaje, había algo en el que le aterrorizaba, además de
darle miedo, por un instante tuvo un atisbo de coraje, corrió escaleras abajo,
tiró las lámparas, aventó sillas, quería quitarse de la mente el rostro de
aquel hombre.
Recordaba verlo en cuclillas
sollozando, en su mente hecha girones surgían miles de preguntas, tratando
inutilmente de encontrar algún motivo, algo que pudiera decirle, el porqué se
sentía ligada a esa persona del espejo, no recordaba absolutamente nada de su
pasado, como si hubiese perdido la memoria, lloro de odio, de impotencia, su
coraje fue desatado, los platos volaron, todo fue destruido en la casa. Se
sentó a llorar en el sillón amargamente. El hogar donde se encontraba estaba
completamente destruido. Poco a poco le llegaron espacios de lucidez, abrió los
ojos, ¡el terror se reflejaba en su rostro! Creyó volverse loca cuando
descubrió que alguien había arreglado su casa de arriba a abajo, los moretones
seguían en su cuerpo… miró el reloj ¡las dos de la mañana! Sus extremidades le pesaban
como una losa, se dio valor para levantarse, sus pasos la llevaron sin saberlo
a la cocina. Tenía una idea fija, tomó el cuchillo, subió las escaleras, fue
directamente al baño, ¿Cuál grande fue su sorpresa?, Estaba el espejo sin la
mancha negra, miró su reflejo en todo su esplendor, su cuerpo desnudo, las
marcas en las caderas, grandes moretones violáceos. El hombre del espejo no
estaba ahí: Sophia lloró amargamente, se llevó las manos a la cara y siguió
llorando ¡había algo! ¡Lo podía jurar! Había algo en el espejo que no podía comprender,
no lograba entender ¿porqué se le aparecía aquel hombre de barba hirsuta que
reflejaba una locura total?. Se preguntaba por qué el espejo volvía a estar
igual de entero después de haberlo estrellado en el suelo, juraba y perjuraba
que lo había roto en mil pedazos. Se incorporó totalmente haciéndose una mar de
preguntas.
Las lágrimas habían llenado
su cuerpo desnudo. Se enjugó la cara y volviendo la mirada hacia su izquierda, descubrió que el cuchillo se encontraba encima del lavabo
donde ponía sus cosas personales. Ahogo un grito cuando sintió su presencia, al
volver el rostro miro al hombre, estaba tirado en el suelo del baño ¡del otro
lado del espejo!!! Ella le miró a los ojos, por un instante pudo observar, que
era ese tipo quien reflejaba terror y
miedo…Sophia soltó el llanto, llorando
como nunca antes había lo había hecho. Sus brazos caídos permanecían a lo largo de su cuerpo desnudo mientras las
lágrimas le recorrían hasta los pies. Levantando lentamente la mirada, con las
manos apoyándose a los lados del espejo, se percató de algo que no había notado
antes, una cicatriz en el antebrazo de quince o veinte centímetros de largo,
iniciaba en su codo y terminaba en la muñeca. El miedo dejó de ser suyo, se
convirtió en terror, con un odio irrefrenable golpeó el espejo miles de veces
con su mano, hasta que los dedos le dolieron, hasta quedar ensangrentados de
tantos golpes dados al cristal que se rompió en mil pedazos. Sophia sintió punzadas de dolor sobre
su cabeza, las piernas por momentos dejaban de sostenerla, el cuarto comenzó a
girar sin detenerse, la mirada del hombre tras el espejo, fue lo último que pudo
distinguir mientras su cuerpo desmadejado caía lentamente, se perdió en el
abismo de la oscuridad, mientras recordaba todo lo que sucedió el día que…
Richard llegó a casa, su
aliento a alcohol y drogas no pasaba desapercibido. Se sentó junto a su lado
sabiendo que ella no dormía, se encontraba completamente desnuda, le tocó el
hombro llamándole, intento explicarle, que había encontrado otra mujer, que
pronto la dejaría. Ella se incorporó de pronto, llena de furia, gritándole que era un cobarde, que nunca le daría el
divorcio. El alcohol hacía estragos en el cuerpo de Richard, se hicieron de
manos, él gritaba que le tenía que dar el divorcio, ella enojada bajó las
escaleras y entró a la cocina. El reloj debajo de la chimenea, marcaba casi las
dos de la mañana en el momento en que con las manos destruyó la cocina, tiró los muebles, las
lámparas, el reloj debajo de la chimenea quedó inservible, las fotografías en
donde se les veía feliz, ya tirados sin marcos, con los vidrios rotos… Subió las escaleras, se encerró en el baño,
el hombre la buscó al oír tanto escándalo. Cuando bajó las escaleras, entró en
la cocina, por auto reflejo, tal vez, tomó el cuchillo, en el baño se escuchaban
los gemidos y lloriqueos. De una patada tiró la puerta, ella estaba hecha un
ovillo, tirada en el suelo, seguía gritándole que nunca le daría el divorcio.
Volteó a mirarlo. Richard tenía una mirada inyectada de odio, la mano aferrada en
el cuchillo. Sophia, sintió cómo la hoja filosa atravesaba su antebrazo, desde
el codo hasta la muñeca. Mientras perdía la vida, lo maldijo, le susurró algo ininteligible
al oído y su cuerpo cual muñeca de trapo cayó encima del espejo roto…
Meses después, cierta noche
de calor intenso, Richard se levantó de la cama al escuchar algunos sonidos
venidos de alguna parte de la casa, ruidos que no le dejaban dormir por las
noches desde hacía meses, los estrépitos comenzaron poco antes de que lo abandonara
la mujer que había llevado a vivir con él, y que lo creía loco. Bajó los
escalones, las paredes estaban vacías, una especie de neblina circundaba la casa,
el reloj de la sala debajo de la chimenea marcaba cerca de las dos de la
mañana, la cocina estaba hecha un desastre, la losa rota, tirada en el piso,
los murmullos le taladraban los oídos. –Callate- gritaba al aire, tomó el
cuchillo y subió los escalones de dos en dos, aventó la puerta con el pie, el
espejo no tenía la tela negra con la que siempre lo tapaba, siempre diciendo
entre voces susurrantes:
-¡Perdóname, no quise
hacerlo! ¡Ya déjame! ¡Ya déjame!
Se arrodilló llorando, ya no
soportaba el remordimiento, miro hacia el espejo buscando su reflejo en el,
pero la vio a ella, demacrada, llamándole por su nombre, la mujer del espejo
dio un manotazo, vio los vidrios del espejo volar a su alrededor, el terror se
apoderó de la mente de Richard, tomó un trozo de vidrio y se cortó el antebrazo
desde el codo hasta la muñeca... Al día siguiente el periódico local hablaba de
un hombre hallado en su cuarto de baño; probablemente un suicidio. La policía
encontró en el sitio del crimen un espejo roto con el cual el suicida tomando
un pedazo del cristal, se había cortado desde el codo hasta la muñeca, un
pedazo de tela negra en la otra mano sobre el piso donde su cuerpo estaba
desmadejado, el policía que descubrió el cadáver comento al reportero –el suicida
era el mismo doctor que salió absuelto pagando mucho dinero para evitar ser
encarcelado al ser el principal sospechoso en la muerte de su esposa-- según
consta el psicólogo ---Su cliente Richard hablaba de una mujer que se le
reflejaba en el espejo al cual le puso una tela negra, su mujer lo abandonó,---
----seguramente,---- afirma el galeno, ---diario entraba al baño con cierto
remordimiento de conciencia, hasta que definitivamente perdió la cordura,---
refiere el diario: “Tomando un pedazo de cristal se propinó una herida de tal
magnitud que perdió la vida desangrado. Todo indicaba un suicidio por locura”.
Salvo por un detalle que no refiere el periódico, algo escrito en la pared con sangre que no pertenecía
al muerto y que versaba así:
-“Te lo dije, ¡que serías
mío y de nadie más! Te dejo en el espejo, para siempre”…
GC
03 de Mayo del 2016
Derechos Reservados
Memorias de un incondicional de los recuerdos
Memorias de un incondicional de los recuerdos
¡¡No toques mas la puerta!!, recuerda que eres de aquellos
que las puertas siempre estarán abiertas para ustedes,¡¡¡ ven!!!, descansa tu
abrigo sobre el respaldo de la silla y siéntate en el sillón para que descanses,
hace tanto tiempo que deseaba que llegara este momento, te he esperado desde
entonces y si me turbo al comentarte es que los nervios van a flote como la
primera vez que te mire a los ojos, la vez que te vi danzar de un lado al otro
con esa gracia angelical de una niña de once años y me ruborizaba cuando tu
mirada se topaba con la mía en alguna circunstancia, o cuando mire tu pelo un
día que llegaste al colegio con tu melena recortada y quise decirte que
lamentaba la perdida de tu característica esencial pero que ahora te veía más
linda, te he esperado desde entonces y permanecerás conmigo aunque te
encuentres tan lejos y tu memoria se pierda entre los días y las horas del
trajín de tu vida diaria, y si en algún momento de la existencia tus pasos se
cruzaran con los míos y al mirarnos a los ojos, tu, acaso no me recuerdas, ten
la seguridad que deletreare tu nombre suavemente en un tono delicado para que
al escucharlo evoques un día en un año cualquiera de la distancia una voz, una
mano, unos labios, unos ojos que se prendaron a los tuyos y que se atormentan
cada vez que vuelves de no sé donde ni desde hace cuanto.
¡¡No!!! No digas nada, déjame contemplarte así, sin
tropiezos, sin prisas, prisas de esas que nos despiertan cada mañana con el
córrele de tu existencia y nos devoran los minutos sin permitir que entres en
esta habitación convertida en el cajón donde guardo las cosas que he vivido que
son tan solo para mí y que a veces ni siquiera entiendo ni logro entender, como
aquellas preguntas que no he respondido, respuestas que no he dado, canciones
inacabadas y perdidas en papeles arrugados y tirados a la basura, dibujos que
he iniciado, donde solo he puesto un punto pero que es la partida para un gran
mural que no ha sido inaugurado, poemas que no he escrito porque el sentimiento
ha sido tan fuerte que me ha dado cobardía escribir algo tan importante y
transmutarlo en palabras que pueden ser
perennes, por lo cual dejo la pluma en
el aire con la hoja en blanco para luego acordarme que he guardado muchas
plumas, a tal grado que me han dicho si las colecciono todas.
No, no te vayas aun que hay miles de cosas que quisiera
contarte ahora que has estado lejos por tanto tiempo distante, contarte que he
deseado mirar tus ojos con la claridad de mi infancia trasgredida por tu mirada
y convertida en adolescencia que me llenaba de melancolía mirarte a lo lejos
sin que repararas de mi existencia, no te vayas sin que responda la pregunta
que nunca te hice o que dudo ahora a estas alturas de mi vida hubieses querido
decir y ese es mi mayor argumento de que sigas aquí, de que vengas cuando te
plazca e intentes llevarme a esos lugares donde viví mi infancia, donde una
tarde de verano cuando las palomas arrullaban con sus sonidos, en el pasillo
aparte del patio del colegio enfrente de los lavabos bajo el techo de baldosas
donde los nervios tenían mis manos convertidas en agua de tanto sudor, las
mejillas ruborizadas, las piernas temblando ahí donde mi amigo me alentaba a
avanzar, ahí entre tantas cosas que mi mente recuerda siempre como si lo
estuviese viviendo en ese mismo instante, te mire a ti, caminar hacia adelante
con tu uniforme escolar tus dos trenzas amarradas colgando a tu espalda, con tu
mirada al frente, sin nervios, claro ejemplo de la tranquilidad que parecías
haber adquirido y un halo de luz que ahora entiendo son cosas de mi niñez que
solo en mi imaginación existieron, ahí en ese mismo instante donde el reloj
perdió las horas, las palomas callaron, los murmullos cesaron, ahí en ese
instante que la vida ha guardado, te robe un beso , solo uno, un beso en los
labios húmedos de tus 11años, un beso que me quemo de emoción y transformo mi
existencia porque conocí la poesía y las canciones de amor que escuchaba en las
noches cuando fingía dormir y tan solo pensaba en lo que estarías haciendo en ese mismo
instante.
Ahora puedes irte tranquila, déjame con mis recuerdos y mis
melancolías, déjame en el mismo lugar donde guardo todas las cosas que de vez
en cuando abren la puerta que nunca cierra y entran como tú, en el preciso
instante en que me siento más nostálgico, regresa, al libro que escribí en un
cuaderno de pasta dura, con palabras tachadas que cambiaba o frases nuevas que conseguía, el cual nunca leíste porque de
alguna forma cambiamos nuestros momentos
juntos además de que alguien me robo justo cuando termine de escribirlo, vuelve
al poema sublime jamás escrito en hoja alguna
con el cual me paso días enteros pensando, buscando e intentando
conseguir plasmar las primeras palabras,
vuelve cuando quieras que siempre te estaré esperando bajo el mismo lugar donde unos niños jugaron
a ser palomas.
G.C.
Noviembre 28/2015
©Copyright 1605047418673
PRIMER DÍA
Aceptando el reto de publicar una imagen en blanco y negro por 7 días en mi muro por mi amiga Kika Jaume invito a participar en la misma convocatoria aRosario Salazar, Miguel Angel Cervantes Almodóvar, Anabell Ann, Mauricio Cortes Sepulveda, Maria Andrade , Julia del Prado y Carlos Alberto Huamán Arellano . Solo debemos publicar una imagen en blanco y negro, con Poema, frases o sin ellas, en el muro de nuestro perfil por 7 días e invitar a otros amigos para que también lo hagan... ¡Suerte, un abrazo!
miércoles, 18 de mayo de 2016
Sinfonía de Amor en Tres Partes...(Tercera Parte)
Sinfonía de amor en tres partes
Tercera Parte
(Tocata, Fuga en Mi menor)
La noche con su intrépida fuga, retorna para nombrarnos
en el silencio de las estrellas ocultas en el tálamo de
sabanas blancas,
rendida a mis brazos dejas caer tu complexión abrazada a mi
pecho
aspiras el olor que sobresale de mi cuerpo,
aroma que penetra los
poros de tu sentido del olfato.
Nos transformamos en náufragos de una isla desierta
desterrados del tiempo y la distancia,
en la impenetrable oscuridad del ser
donde quedan varadas nuestras soledades.
El vestido negro que ajusta tus caderas,
ha caído suavemente a las plantas de tus pies descalzos
tu desnudez entre la media luz se ve brillante
tus labios danzarines acarician mi ser de principio a fin,
sobre mi piel descansas tus dedos largos,
quemantes,
beso tus heridas abandonadas por pasados dolidos,
por quimeras febriles que te han desprotegido,
beso cada rincón de
tu materia para nunca mas imaginarte.
Nuestros cuerpos entrelazados en la danza erótica
donde coincidimos pecados recién estrenados,
el fuego fatuo manifestado desde nuestras entrañas
nos ilumina en ardiente entrega sin descanso,
de movimientos acompasados y lúdicos,
preludio de entregas, sudores, cansancios.
La noche se vuelve nuestra aliada
entre gemidos y estertores,
tu cuerpo se monta al mío en cabalgatas sin bridas
desnudos por la arena donde tatuamos nuestras huellas.
Sin importar lo que a nuestro alrededor suceda,
tomo tus pechos de pezones erectos y tus caderas,
escucho el murmullo suave que surge de tus labios
repitiendo mi nombre entre sinónimos.
Descubro el botón encendido, diáfano
de suave pliegue que se estremece en espasmos
incontrolables al ser magreado con mis dedos,
manando leche de constelaciones aun sin descubrir
y que ahora ¡¡son de nosotros!!.
Los cuerpos desmadejados,
entregados en la noche interminable de sexo-amor
mientras percibimos la sinfonía
que no termina de concluir.
Ya no hay sueños,
no mas, pecados inconfesables,
nunca culminan los días, ni las horas,
solo sinfonías que no finalizan.
¡¡Que nunca permitiremos!!
consumir este idilio de noches oscuras.
G.C.
18/05/16
©DerechosReservados
Sinfonía de Amor en Tres Partes...(Segunda Parte)
Sinfonía de amor en tres partes
Segunda Parte
(Solo para clarinete en Fa mayor)
La vida es un pozo de los deseos
de encuentros y desencuentros.
Anoche mientras dormías,
mientras la soledad agitaba sus alas,
cual mariposa nocturna
volando al encuentro de su muerte,
durante tu placido sueño,
he reposado pecados
sin usar
bajo tu almohada,
extendí mis brazos
hacia tu encuentro.
Durante esta noche de primaveras
de quimeras acomplejadas en distancia,
he reclamado ante tu presencia,
como ferviente enamorado de tus besos,
un tanto de “TI”
para dejarte el “MI” sobre tu lecho.
Sales de las sabanas a mi encuentro
tu pelo pavoneándose
al igual que las
mareas del mar sobre la arena,
así tu cabellera se mueve en pos de la brisa
que entra frenética a tu ventana.
Me miras mientras corres a mi pecho
fundiéndote en un beso prolongado,
lascivo, entregado,
profundo,
nuestras lenguas envueltas en la lucha
de conocerse en cada beso húmedo.
¡¡Ahora!! ¡¡soy tu clandestino!!
El que roba tus noches de insomnio,
aferrado pletórico a tu cuerpo,
cuerpo que siente
cuando tus pezones encendidos
se acoplan a mi pecho desnudo,
En cambio, tu,
enfundada en un vestido negro,
mis brazos te rodean
tu cuerpo vibrando en pequeños movimientos
acompasados,
mientras mi lengua traviesa e inquieta,
¡¡¡libertina!!!
muerde el lóbulo de
tu oído izquierdo,
tu raciocinio pierde batalla ante este hecho,
te olvidas del tiempo, de las horas disolutas,
mis manos desprenden lentamente
el vestido ceñido a
tu cintura,
mis dedos te queman,
la sangre en silente regocijo
estalla en tu cerebro,
perdiendo tu razón y tu presencia,
mientras la música resuena
entre los valles de los excitados nocturnales,
y entre la bruma de la niebla
te pierdo nuevamente
porque la noche sin desearlo
ha dado paso a los rayos matinales
donde los sueños se extravían.
Te dejo mis besos en la cara
cierro tus ojos fatigados,
¡¡¡Descansa Amada mia!!!
G.C.
11/04/16
©DerechosReservados
Sinfonía de Amor en tres Partes...(Primera Parte)
Primera Parte
(Rapsodia en Sol Mayor)
Habito en esta noche pletórica de
estrellas,
Iluminadas por las ninfas celestiales,
musito tu nombre hasta el cansancio,
para buscarte en lo más intimo
de nuestras melancólicas soledades.
Cual Furtivo ladrón de tus deseos
me apostare desdibujando tus
quimeras.
Sobre tu lecho con pecados encendidos
con infinita ternura, extenderé mi
mano,
con la yema de los dedos palpare tu
rostro.
Tu,
besaras mis manos y mis dedos.
dedos que contornean tu cuerpo,
te dibujan, acarician.
Brazos fuertes que bajan, se sitúan en
tu cintura,
brazos cálidos que te aprietan, te
estrechan,
que te llevan a una pista de baile imaginaria,
donde danzamos un baile ancestral que
no conoces.
Miras mi cara, mis ojos, el brillo irradiador
que envuelve a los tuyos,
¡¡¡entonces!!!
¡¡¡lloras!!! y tus lagrimas son agua
nueva,
Fresca fuente donde ambicionas que
sacie mis deseos,
sigues llorando
pero no cierras los ojos
temes perderme en un solo instante
al abrir y cerrar de tus pupilas.
El reloj celoso ante nuestro arrebato
marca las horas de los tiempos
alza su voz en medio de la nada
descargando su terrible y cruel venganza,
de dar por terminado el baile de dos
cuerpos.
Ante tal vicisitud inesperada,
te anclas a mi cuerpo para no
perderme,
te tomo del pelo,
me inclino a olerlo.
Suave como las margaritas de los
campos silvestres
con olor a tierra mojada después de
la lluvia,
de inmediato beso tu frente y tus
ojos llorosos,
tus mejillas encendidas.
Mis labios buscan los tuyos
abres tu boca, me la entregas.
Mi lengua en soberbio y seguro
triunfalismo,
te penetra, te escudriña.
Envueltos en las brazas llameantes
de los cuerpos,
nuestras lenguas entrelazadas
en besos interminables, que nunca
nadie te ha dado
termina la música, cesa el baile.
Las horas cobran factura
Las quimeras regresan
Los sueños vuelven a ser tuyos
y míos,
¡¡¡son nuestros!!!…
G.C.
07/04/16
©Derechos Reservados
lunes, 16 de mayo de 2016
#RevolucionDeLasConciencias
Mas allá de las palabras
esta lo que pensamos al decir,
lo que amamos al pensar,
y lo que decimos pensando...
viernes, 13 de mayo de 2016
Besos de Sal Y arena
Besos de sal y arena…
Beso tus labios húmedos de fuego fatuo,
llama ardiente,
quemante que es tu lengua,
insolente, traviesa, imperiosa,
¡¡¡me penetra!!!,
me consume, devora, me aniquila,
se me enrosca altanera, egoísta, quejumbrosa.
Beso tus hombros,
tus huesos desnudos, tu cintura.
tus vertebras , tus
costillas.
Beso el inicio de tus blancas nalgas
y el rincón prohibido donde mana leche.
Muslos abiertos despejados,
en compas de espera
transitados,
de esperas, de noches de insomnio taciturnos.
De pasivas entregas,
de arrebatos,
de maldiciones,
poéticas contradicciones.
Poniendo en mis manos desafíos,
entre los límites de la lujuria,
entre el vaivén de nuestros cuerpos fatigados.
Beso el oblicuo botón que sobresale
rosado, sensible, insatisfecho,
fulgente alegórico telón
donde repongo
aa sed que sacia fantasías.
Beso tus labios, ufano, poderoso,
soberano de placer, de poseerte.
Trepo las paredes de tus acantilados,
me sumerjo en tus grutas, poliformes,
de aguas tranquilas en sus riberas,
guardando secretos
en sus profundidades,
de remolinos aprisionastes de mis huesos.
Ante tal magnitud de tus reflejos
y ante tal movimiento cadencioso
confieso pecados no cometidos.
Expiro sudores, vapores,
que exhalan de mi vientre,
donde dejan su marca tus caderas.
Entonces,
prendido así a tu lado,
me siento esclavo de tus besos,
besos de sal, besos de arena.
G.C.
18/01/2016
©Copy Right
jueves, 12 de mayo de 2016
miércoles, 11 de mayo de 2016
El Agua...
El Agua
El agua toca tu
cuerpo
lo moja, lo
transforma,
le da vida, lo nutre.
Es tu derecho,
Como la libertad,
Como el amor.
El agua es la única capaz
de sobrevivir a los
desiertos.
En tu cuerpo se
convierte
en torrentes que
fluyen
cual cascadas entre
tus senos.
Trayendo la vida
a tu piel cansada.
Amada Mía,
Déjala correr entre
tus dedos,
que cubra tu pelo,
que acaricie tu
espalda.
Como preludio a
beberme
el agua de tu fuente
inagotable de amor.
Por Mí…
G.C.
11/05/16
©Derechos Reservados
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