No te apartes aun,
no te vayas,
no dejes a la
soledad ganar terreno
secarse el sudor dejado de nuestros cuerpos
sobre las
sabanas deshechas bajo tus tobillos.
Permite que te contemple así,
rendida a mis
instintos,
gozada, altiva, tu
mirada lasciva,
con el cuerpo
empapado, sudoroso, palpitante,
anudando tu
cabellera y tu media sonrisa.
Déjame
mirarte, entregada, cansada,
descansando la
lucha donde perdimos ambos,
un tanto de cada
quien, un poco de cada cual,
exhaustos, callados, abrazados.
Mirare tu espalda,
para grabarte en la memoria.
No
deseo perderte al abrir la puerta.
Entre el bullicio
de la gente,
quiero reconocerte
por sobre todos ellos.
Saldré al balcón
para ubicarte,
entre la gente que
camina por las calles,
que se pierden
entre tus miradas de reojo,
murmurando en su
mundo establecido.
Escuchare tus pasos
alejarse,
recordare el beso
irreverente que has dejado
y esa tenue
sensación de pertenecía,
¡¡Ahora!! ¡¡calla!!!,
deja que mi nariz perciba tu fragancia…
¡¡¡No!!!, ¡¡¡no te
muevas aun!!!,
voy a quedarme con
la imagen de tus pechos en mis manos,
llevarte en la
memoria de mis dedos tus curvas y el olor de tu vientre.
Déjame terminar el
último cigarro, que nos envuelva el humo
permitiendo
recordarnos en las noches de insomnio y solitarios.
G.C.
Escrito en algún tiempo
indefinido
Derechos Reservados
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