Fausto Trejo, de los Imprescindibles
Benjamín Flores de la Vega *
El hombre fue clave en la organización de la Coalición de Maestros de Enseñanza Media y Superior Pro Libertades Democráticas y es el único sobreviviente de esa organización y parte del conglomerado que participó en el movimiento estudiantil y popular en 1968.
Sobran los personajes con los que estamos en deuda, porque ante nuestra existencia unas veces positiva y otras no, ellos nos ponen el ejemplo a seguir. Amas de casa, profesionistas, artesanos, padres de familia, hijos que llegan a superar a sus padres, sin diferencia en edades o en géneros, que destacan porque hacen lo acertado y con mayor razón, lo que debiéramos o quisiéramos hacer los demás.
Son gente que parece común y corriente, pero están cargados de valores; tienen un alto concepto de la moral, el prójimo les reconoce autoridad, se ganan un lugar de preponderancia, su compromiso es para con los demás, actúan de palabra y de obra con el desprendimiento que permite el desinterés.
Destacaron por la riqueza de sus planteamientos en los foros de discusión habidos durante el movimiento estudiantil y popular en México en 1968 un sinnúmero de personas. En los centros de estudios las asambleas permitieron conocer a aquellos que tenían madera de líderes, sea que estaban en formación o ya tenían una militancia a la que los llevaba una vocación social o política. En ese conglomerado inconforme ante la injusticia o la falta de democracia, entre los maestros estaba el doctor Fausto Trejo Fuentes quien reafirmaba ante la sociedad sus convicciones, desde su activismo a partir de 1951, hasta su papel como veterano impulsor de los partidos políticos de izquierda desde 1971 a la fecha.
El hombre fue clave en la organización de la Coalición de Maestros de Enseñanza Media y Superior Pro Libertades Democráticas y es el único sobreviviente de esa organización y parte del conglomerado que participó en el movimiento estudiantil y popular en México en 1968.
De aquel 2 de octubre dijo y lo reitera el maestro Fausto Trejo que ese genocidio resonará por siempre en la historia mexicana, como la mancha más criminal y sanguinaria de un Estado represivo en contra de un movimiento de lo más limpio.
Trejo llegó a la Coalición de Maestros con una formación académica como médico cirujano y partero titulado en 1954 en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), llevó cursos de especialización en materias de sicología, sexología y sicoanálisis. Tres cursos, uno dirigido por Erich Fromm de 1952 a 1966. De sus actividades docentes dejó huella de sicología en la cátedra, en la Facultad de Medicina de la UNAM, en el Instituto Nacional de Bellas Artes, en el Instituto Politécnico Nacional, en la Universidad Autónoma del Estado de México, en la Universidad Obrera de México y conferencista para médicos en el Instituto Mexicano del Seguro Social.
Además del desempeño profesional y en la cátedra, Trejo llegó a ser director de las preparatorias populares de 1972 a 1980. En ellas impartía la materia de sicología.
Para el genocida Gustavo Díaz Ordaz todo aquel que había participado y con mayores ganas aquellos que destacaron en la muestra de inconformidad y en las exigencias de democratización durante el movimiento del 68 tenía que pagárselas. Trejo, sobreviviente de la masacre del 2 de octubre, fue a dar a la cárcel. Los cargos se enfocaron en que fue miembro de la Coalición de Maestros. Sus planteamientos, sin perder las dimensiones, sus consideraciones con toda la amplitud del fenómeno político y social, el reconocimiento hacia su persona, fueron más que suficientes para que el sistema volcara en él, al igual que sobre otros, su estructura represora disfrazada en legalidad.
El gobierno de Luis Echeverría hizo su maniobra para quitarse el problema del descrédito ante la opinión mundial, de tener presos políticos en Lecumberri. Con el cuento de un indulto, desterró a Fausto Trejo al igual que a otros y los envió a Uruguay, Perú y Chile. Estuvo en Montevideo del 1 al 13 de mayo de 1971 y como respuesta a las grillerías , cambió su exilio a Santiago de Chile, de mayo a agosto de 1971.
Después de todo lo pasado y escarmentado, Trejo no se quedó quieto y continuó en su militancia y activismo en la izquierda mexicana. En un intento para restarle bríos, la policía de El negro Durazo, de José López Portillo, procedió y fue secuestrado del 11 al 23 de octubre de 1981 para administrarle tortura sicológica. Tres simulacros de fusilamiento vivió a manos de los expertos en hacer declarar a las piedras o consumar desapariciones más rápidas que las de David Coopperfield.
Para el Estado absolutista, sea cual sea su estilo desde dictadura blanda hasta la dictadura descarada y sin tapujos, los que le resultan malos ejemplos que dan los seres íntegros es un reto. El aparato estatal pretende mantener lo que él llama democracia por más que mantenga la imposición de sus caprichos e intereses por encima de la voluntad de la mayoría.
Nacido en Pachuca, Hidalgo, el 4 de agosto de 1925, suma 80 años bien vividos, con una familia sólida enriquecida por el mundo del que se ha rodeado, incluido el beisbol, porque está integrado en el equipo de los Diablos Rojos del México. Por eso su domicilio y su consultorio se ubican en las proximidades del Centro Médico Nacional, tanto para hallarse a una distancia similar del Politécnico como de la UNAM y que no le quede más lejos el beisbol, sea la zona tradicional a donde aún acuden peloteros o el parque en la Mixhuca. Además se siente obligado a vivir a prudente distancia del Parque Hundido, donde es un conocido parroquiano. Un detalle: que no le toquen ritmos afroantillanos porque de inmediato se suma al compás de la música
De su militancia, activismo e inconformidades, continúa al mismo ritmo. Han cambiado los tiempos pero la persona sigue siendo la misma y si el Quijote se lanzó a desfacer entuertos Fausto Trejo Fuentes sigue exactamente en eso.
Se acabaron los héroes nacionales y ahora son los héroes sociales los que sacuden al mundo, lo transforman y lo mejoran. Son esos personajes que marcan el camino y cuya trayectoria invita a seguirlos.
Jamás perderá vigencia el pensamiento de Bertold Brecht, ese que refiere que aquellos que dan la pelea social una vez son buenos y los que la dan con frecuencia son mejores, en tanto que los empeñados siempre en la superación humana son imprescindibles. El amigo, el camarada, el médico, el maestro, ha sido y es precisamente uno de esos, de los imprescindibles.
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