MAESTRO…
(Nochixtlán)
Con mis ojitos
MAESTRO, vi una luz escarlata,
colorada, brillante y
mágica, como la que Ud. nos contaba,
¿Se acuerda?, esas,
que dijo, son estrellas ya muertas,
luego deambulan en la
estratosfera
y pasan cerquita,
pegaditas, e ilumina estas tierras;
lugar donde hemos
nacido, donde mis padres nos criaron,
donde nos dan los
estudios y ser según, “de provecho” mañana.
!!MAESTRO!!. Vi una
luz de fuego en el monte,
me dio por tocar sus
destellos,
acariciar su cuerpo
pequeño mientras surca el horizonte,
rompe vidrios, truena
puertas y salen todos corriendo.
¡¡¡Mire la
lluvia de balas, MAESTRO!!!, la danza de cuerpos por las calles;
caminos por donde
cruzo a la escuela, en donde juego en las tardes
con mis pequeños
amigos, mis hermanos, camaradas.
Banquetas por donde
me ha llevado de la mano mi madre,
hoy oculta,
sollozando, gritando
que NO salgamos, que nos quedemos abajo.
Mientras me esconde
mi madre y llueve sangre en la calle,
recuerdo bien sus
palabras MAESTRO, sus historias tan bien contadas,
fantásticas
aventuras, de viejos héroes de antaño,
los que murieron
luchando, mucho antes de que hubiera llegado.
De Hidalgo, Villa,
zapata, de este país o de otros, muchos nombres que me hago bolas
son tantos que ni me
acuerdo.
Ese día, después de
escucharlo MAESTRO salimos todos al patio,
a debatirnos
jugando, ser soldados, policías, marinos o simples rasos,
para luchar por la
“Patria” esa que nos ha contado tanto.
Añoro su tierna
sonrisa al vernos todos al suelo,
“ojalá que algún día
realidad hagan sus juegos” exclamaba y se cruzaba de brazos.
Hoy lo vi pasar por
mi casa MAESTRO,
llevaba igual su
sonrisa, su mano izquierda elevada al cielo
gritando con voz muy
ronca “VIVA, VIVA EL MAGISTERIO”
y mucha gente a su
entorno haciendo suyo su grito y todo lo que era vuestro.
Después, escuche los
ruidos, la luz de fuego en el aire,
vi correr toda la
gente, lo busque por la ventana MAESTRO,
su mano vi levantada,
supongo que el corazón muriendo,
lo mire caminar
despacio, su cara muy contrariada,
la sangre cubría su
boca, la risa desdibujada.
Le miré muy
serio MAESTRO,
su camisa
ensangrentada, ya no era Ud. de esos héroes
de los que nos hablo
en la mañana.
Ya no quiero ser
soldado, ni policía ni nada;
ni Benito, ni
Morelos, ni tan siquiera Zapata…
Hoy falleció Ud.
MAESTRO,
no sé que nos ocurra
mañana,
hoy, madure a mis
diez años, años que todavía me faltan,
esto es lo que deja el gobierno, “asegún” ven por su
patria,
¿entre golpes MAESTRO?...¿entre
balas?...
Muy bonito fue su
entierro MAESTRO.
Mi madre tejió las guirnaldas.
Mi padre coloco sobre
su féretro,
mi bandera mexicana.
Las balas,
¡¡¡malditas balas!!!
le han dejado a Ud.
sin cara, sin casa ni mucho menos
con su grande
chiquillada...
¡¡¡Quítate
chamaco!!!, dijeron,
cuando me uní a la
gran marcha,
los pies descalzos
MAESTRO,
sin miedo y mucho
coraje, con la muina bien clavada.
Mis padres ya ni
cuenta se dieron.
Camino tras el
magisterio, MAESTRO,
los héroes de carne y
hueso,
levanto mi mano
izquierda en el aire,
con su foto y su
recuerdo.
Guillermo Cruz
22/06/16
©DerechosReservados®
Imagenes tomadas de la web
El dolor que se siente es un desconsuelo que por más que uno quiera decir pasará, no lo dice, porque la impunidad sobrepasa y el dolor se hiende más, gracias Kuasi por compartir tu sentir en estas letras que llegan no solo al alma también a la conciencia, Gracias siempre, Besos de luz.
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