martes, 14 de junio de 2016

Adán y Eva en Nueva York


Adán y Eva 2016 en N.Y.

La luz entraba sigilosa por el gran ventanal, cubriendo parte de su cuerpo desnudo, envuelto en una suave sábana de satín rosado. Eva abrió los ojos, por un instante se encontró desubicada. Fue un breve instante, quizás un suspiro mientras se espabilaba en su lecho. Escucho ruidos provenientes de la habitación contigua, sonidos de tazas en movimiento y un intenso aroma embriagador de café  recién preparado. Adán entró en la alcoba, contempló a su amada… Le tendió su mano ofreciéndole la taza. Ella ronroneo algo ininteligible, se descubrió el cuerpo; gateo sobre la cama en pasos pequeños mostrando sus nalgas, repitiendo con su voz suave y angelical, su nombre de pila. Él colocó las tazas sobre la mesa de noche, se desnudó nuevamente en pos de ella , para volver a entregarse en esa pasión sexual que no terminaba de cansarlos -un sexo suave como el de la noche anterior.
Se zafó de los brazos del hombre moreno que le apresaban la cintura, gateó a la pared de rodillas, se apostó con los brazos extendidos sujetándose al muro blanco, volviendo el rostro cuando sintió el aliento de Adán en su nuca; sus cuerpos entregados, desfogándose en esa lucha perpetua que sucumbe a los amantes a lo largo de la historia; esas aventuras cantadas en las canciones escritas en hojas de cuaderno tiradas sobre el piso, mientras  se las cantaba al oído la primera vez que se entregaron a su pasión. Ahora los gemidos y las citas de amor sobre la cama eran todo lo que se escuchaba ese día de mayo del 2018.
Dos horas más tarde, el silencio fué el ganador de  la batalla, donde todo era quietud… El hombre  exhausto, sudoroso, sintióse cansado y reposando su cabeza en el pecho de la mujer que amaba, entró al mundo de los sueños quedándose profundamente dormido. Ella entornó los ojos mientras tomaba a pequeños sorbos el café, para entonces ya frío, mientras acomodaba sus pensamientos y rememoraba el encuentro del día anterior, el instante mismo cuando lo observó bajar del avión que lo trajo hasta ella. Ahora lo tocaba físicamente sin que nada les estorbara incluso la computadora en la cual hablaban por horas o se pasaban el tiempo enviándose videos y fotografías.
La tarde anterior fue toda una revolución para ella, evocaba los momentos previos, mientras terminaba una de las tazas de café y comenzaba la otra. A partir de la mañana los nervios se le presentaron, cuando comenzó a ordenar las canciones, los zapatos, su ropa, la misma que se vistió  y quitó varias veces contemplando su perfil en el espejo de cuerpo entero, ordenando y limpiando su casa, hasta dejar transcurrir el tiempo, mientras las tensiones del día continuaban. Se sobresaltó al recibir el primer mensaje que le indicaba la hora en que tomó el aeroplano y mirando su reloj de pulsera para calcular el tiempo de llegada, se metió a bañar, disfrutando como siempre el caer del agua sobre su cuerpo, tarareando las canciones aprendidas de memoria:
"No teníamos planes y nos encontramos frente a frente../No teníamos pensado amarnos, pero ya nos habíamos amado antes.../No teníamos caricias estrenadas, pero cada noche, acaricias mis sueños húmedos…”.
Se ajustó el pantalón, se enfundó la blusa azul celeste para acentuar la miel de sus ojos, cogió su guitarra, fiel instrumento que le restableció la paz muchas veces en  las noches de insomnio, cuando se pasaba escribiendo notas musicales que cantaba y cantaba en todos los lugares donde encontraba un momento de soledad para apaciguar su mente “No te enfades, si te llamo en mi silencio, /si te escondo en mi corazón y cuando más te necesito, te hablo.../¡¡¡Imagina!!!/Si te necesito a cada paso que doy/¿¡Cómo no hablarte desde la ronquera de mis latidos!?/Y que eso te diga que te amo.../¡...porque te amo..!”.
Nueva york se le hizo de pronto una nimiedad, Caminó por la  acera de la **110th Street, del Central Park, matando el tiempo que le restaba, para ver los ojos del hombre que le había robado el corazón hacía ya algunos años. Apresuró el paso para tomar el taxi en esa tarde de plena primavera –¡Directo al aeropuerto por favor! -dijo al  chofer, mientras sonreía de nervios. ¡El auto devoraba las calles y el tráfico! En su mente  recordaba las canciones escritas “saludé a tu boca sobre mis/tus besos; a tus dedos/ recorriendo los poros de mi piel,/cada centímetro de estremecimiento,/de temblor…le dije al centro de mi cuerpo,/lo necesario de pensarte y de tenerte y el vacío vino a decirme/ que tú no estabas y le di permiso al placer,/ de recorrer esa intimidad con prisa,/para no llorar sin ti…”. La tarde, reflejó sus nervios, llegó al aeropuerto, se dirigió a la sala de espera, por un momento sintió las miradas furtivas de las personas que se encontraban a su lado. Mientras salían los primeros pasajeros, las manos le sudaban y el menor ruido de las puertas de acceso le acrecentaban la inquietud. Adán, apareció y fue a su encuentro. Sus miradas se encontraron, se perdieron en un abrazo prolongado y buscaron un primer e intenso beso en sus bocas.
Adán y Eva encontrandose en N.Y., en la noche de luces encendidas de neón, como los anhelos de entregarse, los pecados en libertad en esa noche: Adán y Eva, en el paraíso de los rascacielos, donde la gran manzana del conocimiento redondeaba la dicha de pertenecerse, de recorrer sus cuerpos, reconociendo sus pasados perdidos, los besos robados. Caminaron tomados del brazo como adolescentes y se besaban en cada esquina; ella le mostraba los  lugares que en sueños caminaban juntos, los edificios que le recordaban su esencia y le cantó al oído repitiendo su nombre. entrelazando sus cuerpos, sin dejar de hablar de los tiempos perdidos. Llegaron al hotel, a su nido de amor por una toda una semana y cerraron la puerta del cuarto, las horas dejaron de existir, perdiendo su valor ante ellos, eran los amantes entregados… Afuera, quedaron las noches de soledad, los días de llanto, la melancolía.
El conocimiento les había hecho construir un muro donde no era permitido la entrada a nadie más que a ellos y se entregaron al sexo de sus cuerpos por horas, hasta quedar desfallecidos.
Adán se despertaba cada mañana para salir a caminar por el parque y regresaba a donde su amada lo esperaba, dejando transcurrir los días ante ellos, amándose mucho, hablándose tanto. No dejaron pecados sin usar y las campanillas de la música tintineando en su cabeza “No me importa el tiempo.../ tampoco huyo de él, ni de mí.../ lo único que deseo es que se me permita verte y abrazarte/ tan fuerte que me hagas salir el llanto,/ porque necesito que salga, /que reviente, que fluya/ como cascada en caída libre,/ ¡para liberarme de la prisión de tu ausencia!/.
El tiempo, único capaz de romperlo todo, de atropellar con su cruda realidad las horas transcurridas, marcó el final del encuentro. Ella ya no era la misma mujer que llegó a buscarlo una tarde de mayo y él se transformó en el amante de las noches contadas, donde se amaron tanto, que les costó dolor entender la separación. Caminaron por la manzana, única testigo de su amor clandestino, ella arrasada en llanto -pero feliz- él encerrado nuevamente, en su burbuja de soledad abrazada -y dejada a un lado- mientras disfrutaban de una semana, que llegó a su final esa misma tarde. Adán vio el rostro de ella cuando giró por última vez al entrar al andén donde retornaría a su vida tan simple. Eva no le miró las lágrimas que recorrían sus mejillas, indicándole un adiós o un hasta siempre, cuando a la manzana del conocimiento volverían, para perderse entre las almohadas de las noches estrelladas, entre el deseo y el amor perpetuo.

G.C.

©DerechosReservados®


11/06/2016

2 comentarios:

  1. Me parece que es una historia tan bella!! Pareciera que sus almas y sus cuerpos, se han fundido en otros tiempos y su amor, logra retoñar en cada encuentro. Nueva York, es en síntesis, EL CORAZÓN, el lugar de reunión, donde sin planearlo y a pesar de la distancia, que los "separa" físicamente, sientes que vale la pena, pues nada impedirá que vuelvan a estar juntos...
    Mi aplauso por la historia tan original y palpable! Un abrazo, querido G.C. !!

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  2. Me parece que es una historia tan bella!! Pareciera que sus almas y sus cuerpos, se han fundido en otros tiempos y su amor, logra retoñar en cada encuentro. Nueva York, es en síntesis, EL CORAZÓN, el lugar de reunión, donde sin planearlo y a pesar de la distancia, que los "separa" físicamente, sientes que vale la pena, pues nada impedirá que vuelvan a estar juntos...
    Mi aplauso por la historia tan original y palpable! Un abrazo, querido G.C. !!

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